miércoles, 6 de julio de 2022

CAPITULO XVII EL ESQUEMA DE SEGURIDAD PARA SANTA MARTA.

 

CAPITULO XVII EL ESQUEMA DE SEGURIDAD PARA SANTA MARTA.

 

En una noche, José Antonio tuvo un sueño. Que venían unos barcos ingleses y atacaron la ciudad. En el sueño era la marina inglesa la que atacaba a la bahía, eran muchos barcos y el ataque comenzó con la entrada de seis barcos en línea enormes de tres puentes y de 60 cañones cada uno. La orden fue dejarlos entrar en la bahía y dispararle con todo lo que tuvieran desde los fuertes San Vicente y San Juan de Matas, y a su vez dispararles desde el Galeón y las dos zabras a todos los barcos cuando estuvieran al interior de la bahía, y concentrar todo el fuego en contra de los barcos. En ese momento su tío José Joaquín comandaba el galeón que salió al a cañonear al primer barco que ingresaba a la bahía samaria. Las zabras también se pusieron en posición y también comenzaron a disparar. Por más que disparan el barco no se detenía y junto con los otros cinco se posicionaron a disparar, tres hacía el Galeón, y tres hacía los fuertes. Con la primera andanada el Galeón San Rafael ya estaba desarbolado y astillado, y con la segunda, se fue a pique. En el sueño José Antonio gritaba del dolor, al ver que su tío debía estar muerto. Por otra parte, los barcos dispararon en contra del fuerte San Vicente, donde se encontraba Manolo, al que destrozaron también de inmediato, José Antonio gritaba del dolor, y luego vio a los barcos enemigos que dispararon en contra del fuerte de San Juan de Matas donde él estaba, y donde también noventa balas de cañón provenientes de tres barcos de línea, arrasaban con los muros y las personas de ese puente también. En el sueño, el estaba herido y no se podía mover, entre los escombros del fuerte, y pudo ver cómo los soldados ingleses desembarcaban en la playa samaria y comenzaban a disparar a todo lo que se moviera, y ahí se despertó sudando junto a Priscila, mientras su hija estaba llorando.

En sus pensamientos, dijo: esto no puede pasar, y salió a encontrarse con su tío.

Se fue en su caballo a las 4:30 de la mañana, y llegó a la casa de su tío, a quién le tocó la puerta de su habitación.

José Joaquín: ¡Por Dios qué ocurre¡

José Antonio: Soy yo, José Antonio, es urgente, tengo que hablar contigo.

 

José Antonio le contó el sueño a su tío, quien dijo:

José Joaquín: bueno desde el punto de vista militar, es muy factible que eso pueda ocurrir. Hasta el momento, nos hemos enfrentado con barcos de mediano tamaño que no son muy resistentes al cañoneo, y bueno, que por ser barcos piratas, tampoco son de la mejor fabricación, por lo que no son muy resistentes. Pero un buque de guerra si nos pondría en aprietos. Aunque tampoco resistirían tanto como en tu sueño, sin duda, si un barco de línea bien armado, destruiría los fuertes con dos andanadas, y al Galeón en tres.

José Antonio: ¿Y cómo podríamos contrarrestar esa situación?

José Joaquín: ¿Me has levantado hoy a las 4:30 de la mañana para discutir sobre tácticas militares de un ataque que ocurrió en tu sueño?

José Antonio: Tío por favor… préstame atención, que desde que subimos a la montaña he venido teniendo sueños, que en parte ocurren después en mi vida diaria. Y esta era una pesadilla horrible. No te quiero ver morir, no quiero ver morir a nadie como ocurrió en ese sueño. Pienso que hay que evitar que podamos tener una derrota como la que te acabo de contar en el sueño.

José Joaquín: De acuerdo con lo que me contaste, lo que podríamos hacer es colocar baterías de calibre 18 que son las balas más grandes y que tienen pueden hundir hasta un barco en línea, en puntos en los que los barcos no puedan dispararle.

José Antonio: Ya se en donde, en el Morro y en punta Betín, yo me encargo hoy mismo, iré hacer los trabajos.

José Joaquín: Y hay otro tema táctico que me preocupaba… resulta y como bien me dijiste, los desembarcos piratas se vienen haciendo en Playa Lipe, donde los cañones de nuestros fuertes no tienen alcance, habría que crear un nuevo fuerte que cubra esa parte, y estorbe un desembarco exitoso en esa playa. Además sería bueno que en caso de que superaran el fuerte, existiera una trinchera que les impida pasar el río Manzanares.

El sistema defensivo quedaría completo así:

 


 

José Antonio y Manolo llevaron a varios trabajadores al Morro en la Goleta y construyeron un fuerte, al que llamaron el Fuerte del Morro con varios cañones, luego fueron a Punta Betín e hicieron una plataforma con troneras donde también instalaron unos cañones. Luego fueron a un cerro ubicado cerca de la playa Lipe y construyeron el fuerte de San Fernando. Por último, construyeron unas trincheras de madera pasando el río manzanares. Las obras se hicieron en un mes, lo complicado fue llevar al Morro y a Punta Betín los cañones, pues había que subirlos al cerro.

Diez días después, sonó el cuerno del Veladero con fuerza y varias veces. El soldado informó que vio diez barcos con velas negras acercándose, sin duda eran piratas. Se tocó la alarma por toda la ciudad. Los soldados reclutados y permanentes ya llegaban a 70 hombres, y en la milicia, ya se sumaban 70 hombres más, fuera de los marinos que conformaban la tripulación del Galeón San Rafael y las dos zabras.

Entre los barcos enemigos se veía uno enorme al parecer de tres puentes.

José Joaquín se embarcó en el Galeón y las dos zabras, que se ubicaron en el centro de la bahía para esperar los barcos enemigos. Por su parte, José Antonio y Manolo se embarcaron en la Goleta Victoria con 10 soldados, y zarparon rumbo al Morro, ahí se iban a preparar para hacer fuego en contra del enemigo. Los soldados y la Milicia se repartieron entre los fuertes San Vicente, San Juan de Matas, y los nuevos fuertes de Betín y San Fernando. Esta vez la pólvora no escaseaba. El plan era nuevamente dejar entrar a los barcos enemigos en la bahía y aprovechar todos los fuertes para concentrarles el fuego. Pero al ver José Antonio el tamaño de dos barcos, uno que era más grande que el Galeón San Rafael, y el otro que parecía tener el mismo tamaño, decidió no acatar la orden, y les comenzó a disparar todo lo que tenía desde el momento en que quedaron al alcance de sus cañones. En esta ocasión, a diferencia de su sueño, no iba a permitir que esos barcos le dispararan al Galeón San Rafael, ni a los fuertes en Tierra.

Los barcos enemigos eran 10, y entraron en la bahía en dos líneas de cinco, unos entre los más grandes tomaron dirección al centro de la bahía para atacar al Galeón San Rafael, y los otros cinco buscaron desembarcar en la playa Lipe. Los que fueron al centro de la bahía Samaria recibieron todo el fuego de los barcos, y de los fuertes del Morro, San Vicente y San Juan de Matas. El Galeón y las zabras también le dispararon, y luego se replegaron al puerto. Luego entró en escena la plataforma de Betín que descargó toda su furia en contra de los barcos. Luego del bautizo de fuego, los barcos grandes soportaron, pero quedaron bastante averiados y magullados, los barcos pequeños se fueron a pique, y los barcos grandes a pesar de estar en posición para disparar, ya no tenían blanco fácil, pues el Galeón y las zabras estaban lejos, los fuertes también estaban lejos desde el centro de la bahía, y no había forma que los cañones del barco tuvieran el ángulo suficiente para dispararle al Morro o a el fuerte de Betín. A pesar de eso dispararon una andanada en contra de los barcos replegados en el puerto, con sus sesenta cañones, sin causar muchos daños. José Antonio y Manolo doblegaron esfuerzos para disparar más seguido a los barcos, y así dispararon dos andanadas más que hicieron que se dieran a la huida.

Por otra parte, el fuerte de San Fernando cañoneaba con todo lo que tenía a los barcos que trataban de cubrir la operación de desembarque, logrando hundir varias lanchas que buscaban llegar a playa Lipe. Cuando José Antonio y Manolo lograron que los barcos grandes salieran huyendo del centro de la bahía, se concentraron en los barcos que cubrían el desembarco en la playa Lipe, con la primera andanada hundieron el primer barco. Los demás al ver el desastre, iniciaron la retirada, pero una nueva andanada del fuerte de San Fernando y otra del fuerte del Morro hundieron otro barco que estallo como una bomba. Los barcos que quedaron salieron huyendo de la bahía samaria.

Nuevamente se escucho un VIVA ESPAÑA.

Desde ese día, se corrió la voz, Santa Marta, ya no era un puerto fácil de atacar.

Los barcos ya entraban más confiados al puerto, el comercio de Santa Marta creció y la ciudad también. Llegaron nuevos habitantes y muchos barcos también llegaban al puerto samario para ser reparados por el taller de carpintería de los Calderón.

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