miércoles, 13 de abril de 2022

CAPITULO IX EL ESCAPE DE TENERIFE.

 

CAPITULO IX  EL ESCAPE DE TENERIFE.

 

María: José Joaquín, somos cinco mujeres, mi hija y yo y mis tres criadas, que tampoco las puedo abandonar, además nos serán de mucha utilidad en Cádiz.

José Joaquín: Bueno, no tengo problema con eso… aunque allá en Cádiz tengo varias criadas.

María: José Joaquín ¿ya vamos a discutir? No nos hemos ido de Tenerife, no sabemos donde vamos a vivir en Cádiz, y se supone que voy a montar una panadería, ¿y no voy a tener mis criadas que han trabajado conmigo durante diez años?

José Joaquín: No… no… yo nada más decía… por si alguna sufre de mareos en el viaje…

María: Lo que me espera en Cádiz…  Victoria por favor, que las criadas vayan empacando y que le pongan cerrojo a todas las puertas, hoy es una noche muy peligrosa.

José Joaquín: Tenemos cuatro soldados haciendo guardia afuera, y nosotros estaremos pendientes si algo pasa, pero sí, tienes razón, a partir de hoy estamos en un alto riesgo. Tengo que coordinar con la tripulación, cuando estaremos listos para zarpar, porque la tripulación no está completa, y hay que ver si necesitaremos contratar hombres. Mañana José Antonio, Manolo y Victoria saldrán para la casa del señor Bertonio para acordar la venta de la panadería y de la casa, luego tendrán que ir al barco a hablar con Isidoro, para ver qué necesitamos para poder zarpar, supongo que hay que comprar alimentos y agua, para el viaje; pregunta si hay reparaciones pendientes en el barco y los impuestos pendientes de pagar. Necesitamos buen clima y buen viento para poder zarpar y no tener riesgo que nos intercepten en el mar. María ¿Cuánto tiempo necesitas para empacar?

María: Creo que un día, por víveres y agua, no habrá problema, en la panadería tenemos los mejores alimentos y suficiente agua, el problema es llevar nuestras cosas al barco y el tiempo que demore para vender la panadería y que me paguen.

José Joaquín: Es cierto, no será tan fácil toda la logística para zarpar, vamos a necesitar por lo menos tres días.

José Antonio: La verdad no veo, este tema tan sencillo. Pienso que por lo menos tenemos dos días de calma, mientras los piratas se enteran de lo que ocurrió con los suyos el día de hoy, y mandan a otros para reemplazarlos. No creo que nos ataquen ni hoy, ni mañana, pero pasado mañana, ya tenemos que ser mas cuidadosos.

José Joaquín: Otro tema importante… no podemos ir muy cargados, por si acaso los piratas nos tratan de interceptar en el mar, podamos poner todo el velamen y escaparnos, el barco que ellos tienen es muy rápido. José Antonio, cuando estés en el barco con Isidoro, asegúrate que esté en buen estado para navegar, si hay que hacer reparaciones que las hagan, necesito que ese barco esté en el mejor estado posible.

José Antonio: Hay otro punto que me preocupa… no tenemos recursos… ya se nos acabaron las reservas, y si hay que pagar impuestos, vamos a necesitar dinero.

José Joaquín: Habla también con Isidoro, por regla general todos los barcos tienen unas reservas de dinero para pagar a los marinos, y pagar impuestos, el Capitán debió haber dejado algunos recursos. En todo caso, nos tocará vender algunos cupos de mercancía o pasajeros para financiar lo que nos haga falta del viaje.

María: Bueno… si es por recursos, yo te puedo aportar de la venta de la panadería, pero no abuses… Cállate Victoria no vayas a decir nada… yo sé lo que estás pensando.

Victoria: Después no me digas que no te lo advertí.

José Joaquín: Espero no necesitarlo, pero gracias… te prometo de requerir tus recursos te los devolveré en Cádiz. En todo caso, aún así podemos acudir a los judíos… pero bueno.  Por ahora tenemos dos puntos que debemos proteger de cualquier ataque, y son la panadería y el barco. Me preocupa que ataquen la panadería antes de que logremos venderla, o que le prendan fuego al barco antes de que zarpemos… no tenemos mucho tiempo… y si vamos a zarpar necesitamos irnos con la mayor sorpresa que podamos, para evitar que nos intercepten en el mar. Igualmente, en el momento en que comencemos a llevar las cosas de María y de Victoria para el barco, tenemos que cuidarnos pues en el camino de la Panadería al barco nos pueden atacar. Vamos a necesitar de toda la tripulación… mañana me iré a primera hora para el barco y me reuniré con la tripulación, nuestra seguridad y la de ellos, depende de que todo salga bien.

José Antonio: Y tienes que adiestrar bien a Isidoro, que no vaya a salir con los ocho pasos para limpiarse el culo, en medio de un ataque pirata.

José Joaquín: Ni lo permita Dios… eso va a ser uno de los problemas más grandes. Pero me pregunto… Manolo… ¿qué es mejor? Transportar los víveres y las pertenencias de María y de Victoria en el día con toda la gente presente ¿o en la noche? Y ¿Qué será mejor? ¿Zarpar en la madrugada o en la noche? Tenemos mucho riesgo por delante…

Manolo: Señor… pienso que para atacar siempre es mejor en la noche… pero para defenderse es mejor en el día… para los piratas será más difícil atacarnos en tierra en el día, con toda la gente en la calle y los soldados patrullando… En la noche es más fácil para el atacante planear una emboscada. Y para zarpar… también prefiero ver de donde sale el barco pirata a encontrarme con el de frente y de sorpresa, en plena oscuridad.

José Joaquín: Tenéis toda la razón mi querido amigo… es mejor para los defensores pelear a plena luz… a menos que tengas que dejar que el enemigo entre para enfrentarlo en la oscuridad en terreno conocido. Igual… para transportar las cosas de la panadería al barco, propongo utilizar tres caminos para despistar, y necesitaremos apoyo en cada una de las rutas. Será absolutamente necesario que sepamos donde está nuestro enemigo, para que no nos tome por sorpresa, Manolo, tú serás el encargado de esa tarea, eres el único que tiene experiencia militar para ello.

José Antonio: Pero tío, no siempre tenemos que estar a la defensiva… deberíamos estar pendiente de ubicar a los piratas y atraparlos antes de actúen, así nos podemos ganar unos días… Por ejemplo, ahora… pienso que gracias a que capturamos a los piratas, tenemos un par de días para poder arreglar el barco y transportar la mercancía, el problema es que si dejamos que los piratas nos ataquen, serán ellos los que tendrán el factor sorpresa.

José Joaquín: Es cierto, pero también es muy arriesgado José Antonio… Mira que no es tan fácil atrapar a los piratas… nosotros contamos con suerte, y aún así, mataron a dos soldados… y ello fue así porque al ver a los soldados, los piratas se centraron en matarlos, y se descuidaron de nosotros, y ahí fue donde los sorprendimos… los piratas vieron el mayor riesgo en los soldados y por eso los mataron, y nunca se esperaron que nosotros los venciéramos y los atrapáramos. Solo espero contar con la ayuda de la guarnición para podernos proteger… los piratas son muy peligrosos y están dispuestos a todo… bueno… Manolo, por ahora tu misión es recorrer los caminos de la panadería al barco y avisarnos si hay piratas. Una vez, Manolo nos diga que no hay moros en la costa, un grupo de seis personas irá a llevar la carga al barco, por la ruta que diga Manolo, y tendrá que haber tres o cuatro personas más de respaldo, y que irán a distancia custodiando, y que reaccionarán en caso de que se presente un pirata. José Antonio por favor… encárgate de las reparaciones del barco, y una vez termines, acompaña a Victoria a todas las diligencias que tenga que hacer… Igualmente Victoria… tu estarás encargada con tu madre del transporte de toda la carga para el barco, que la carga más pesada y grande, sea transportada mañana, que aún es un día tranquilo. Ahora… todos a dormir… que mañana nos rinda el día.

 

 

Esa noche ninguno durmió… el silencio más que calma, era desesperante para los pensamientos de todos. Grandes cambios venían en el futuro, pero todo dependía de como sortear los riesgos en el presente.

Al llegar la madrugada, todos desayunaron y se dispusieron a realizar todas las tareas asignadas.

José Joaquín fue al barco bien temprano, le habló a toda la tripulación, asumió como capitán del barco, y realizó la asignación de las funciones a toda la tripulación. Isidoro quedó como segundo al cargo, pero se le encargó la labor de custodiar los viajes de la carga de la panadería al barco, junto con dos marineros más, bien armados con sus respectivos garrotes. Le encargó al piloto que fuera y que buscara clientes para llevar carga o pasajeros a Tenerife. Y le advirtió a toda la tripulación, que de no actuar con cautela y sigilo, su vida se podría en riesgo, así que había algún miembro de la tripulación que no estuviera dispuesto a seguir sus ordenes que tenía libertad para irse en ese momento. En todo caso, dos de la tripulación desertaron en ese momento. Así que también se le dio orden al piloto para que reclutara a por lo menos cinco marinos para reemplazar a los muertos y a los que se habían ido por voluntad propia.

Por su parte José Antonio acompañó a Victoria a hablar con el señor Bertonio para la venta de la panadería. El señor Bertonio estaba ofreciendo la mitad del precio de la panadería, por lo que Victoria no aceptó la oferta, así que tuvieron que ir a donde dos personas más, y tuvieron que ir luego a donde dos personas más, hasta que lograron un precio justo, presionando a unos con otros con la oferta de los primeros. José Antonio aprendió esa mañana sobre el arte de negociar con Victoria. Nunca antes había peleado tanto con los precios. Victoria lo llevaba como un niño a todas partes y le decía que tenía que decir, cómo tenía que actuar, ella era la que llevaba el mando de la situación, pero José Antonio le seguía el juego. Fueron  cinco negociaciones bien intensas, al final, a uno le vendieron un horno, al otro le vendieron las mesas y las sillas, al otro le vendieron la casa, y al otro le vendieron los platos y las ollas. Todo se vendió a buen precio y lograron vendiendo las cosas por separado obtener más dinero de lo que habían pensado. Los acuerdos se lograron en la mañana, y los pagos se hicieron por la tarde. La entrega de las cosas, se hicieron por la noche. Al final del día todos los compradores se llevaron sus cosas, excepto el que compró la casa, así que, ese día ya no había panadería, no había horno, no había platos, y hasta las camas se había vendido. Así que esa noche todos durmieron en el suelo.

José Joaquín: Válgame Dios… pero esta niña ha vendido hasta las almohadas… que no ha quedado nada ni para recostarse…

María: Pero ahí tienes, más efectiva que un hombre, para las ventas… tenemos el doble de dinero que nos ofrecían inicialmente, y hasta un poco más. ¿Victoria y cuando hay que entregar la casa?

Victoria: Bueno… eso sí va estar un poco más complicado, porque me dieron dos días para irnos…

José Joaquín: Ah bárbara… Virgen de los agarraderos… pero tu no te acoges a ningún plan…

María: José Joaquín, deja el drama… la niña todo lo ha hecho bien… tenemos es que acelerar el paso… dile a las criadas que hoy tiene que quedar todo empacado… y tú, dile a tus marinos que hoy tendrán que trasladar todo hasta el barco, y así es mejor… como dijo José Antonio… tenemos uno o dos días tranquilos, antes de que esos piratas comiencen a molestar otra vez.

Luego por la tarde, José Joaquín fue a ver a las autoridades con Isidoro, para ver cuanto se debía en impuestos para poder zarpar. Lograron pagar reuniendo lo que tenían en el barco, y con parte de lo que les habían pagado a Victoria y a María por la Panadería.

María: ¿Te das cuenta José Joaquín? Qué hubiese pasado si Victoria no negociaba la panadería como lo hizo, no tendríamos cómo pagar esos impuestos y no nos hubieren dejado zarpar en paz.

José Joaquín: Ya… Ya tienes razón… la niña hizo lo correcto…

José Antonio por su parte, inspeccionó el barco, y encontró dos fugas en el casco y dos velas rotas. Tocó comprar madera y velas, para hacer los arreglos. Nuevamente con dinero conseguido de la venta de la panadería.

Victoria: Mira mamá… nos han tocado todos los gastos… espero que de verdad nos lo devuelvan.

María: Hija mía… de verdad… con el solo hecho de sacarte de esta isla, pagaría cualquier precio… ya nos arreglaremos nosotras, pero de verdad no podemos seguir en este lugar, y mucho menos con lo que nos hicieron con la santa inquisición.

José Antonio estuvo parte de la tarde y hasta las 7 de la noche haciendo las reparaciones en el barco con los marinos, hasta que terminaron y el barco, ya estaba listo para zarpar. Por su parte, Victoria y las criadas, con ayuda de los marinos, llevaron en la tarde la carga más pesada y grande al barco. Al ver Victoria cómo trabajaba su primo, con la madera, dando órdenes y organizando a la gente, lo admiró con respeto, y se dirigió a él, en un pequeño momento.

Victoria: Debo reconocer que me había equivocado… detrás de ese sinvergüenza y descarado que padece de incontinencia verbal, hay un hombre que sabe de su trabajo.

José Antonio: ¿Te refieres a mí? No te engañes, de sinvergüenza y descarado aún no has visto nada, y de trabajo… bueno… creo que si me estás confundiendo.

Victoria: Definitivamente el descaro es lo tuyo… vamos vago... termina rápido tu trabajo que nos queda solo un día.

José Antonio: Mira lo que me regaló uno de los marinos, una honda. Mi tío me enseñó a cazar y a pescar con una cosa como esta.

Victoria: A ver préstame…

Tomó la honda, una pieza de madera vieja y la disparó en contra de unas gaviotas que estaban cerca del barco, dándole a una.

José Antonio: ¿Y cómo es que sabes disparar una honda?

Victoria: Mi madre me enseñó, me contó que le había enseñado un buen amigo… supongo ahora que tuvo que ser tu tío.

José Antonio: Bueno… mi tío decía que era una de las armas más antiguas y que tenía mucha utilidad… que era mejor que una pistola porque puedes disparar y cargarla más veces, y es más versátil que el arco, porque puede disparar todo lo que se encuentre a su alcance…

Victoria: Y supongo que también te enseñó, que en una pelea, debes mantenerte a distancia del oponente, disparar la primera vez en el torso para no fallar y la segunda, cuando se retuerza del dolor…

José Antonio: En la cabeza… definitivamente sí fue mi tío el que enseñó a tu mamá. ¿Y sabes qué? No sería tan mala idea tener varias hondas listas, ya que no tenemos ni una pistola, con tanto pirata que hay por ahí. Ya las voy a mandar a hacer.

 

*******

Las cosas hasta el momento marchaban bien, incluso se podría decir que estaban muy adelantadas.

María: José Joaquín, ya hemos empacado todo, y gran parte de la carga ya se encuentra en el barco, incluso, si pudiéramos irnos antes sería muy bueno.

José Joaquín:  mmm, ¿y para que hacemos un plan si no lo seguimos?

María: Ustedes los hombres planean todo, y son muy predecibles, si nos vamos antes, estaremos más seguros.

José Joaquín: Partir antes sí sería bueno… pero en la noche no lo creo tan seguro.

María: Bueno, entonces zarpemos mañana lo más temprano posible.

José Joaquín: La tripulación esta exhausta, por tanto trabajo, y nos falta contratar algunos marinos. También tenemos que esperar a algunos pasajeros que ya nos contrataron para llevarlos a Cádiz.

María: José Joaquín, por favor, partamos lo más pronto posible, cada día que pasa me pongo más nerviosa, y de verdad que temo más que todo por la vida de mi hija.

José Joaquín: Nuestra hija dirás… Bueno mañana haré todo lo posible porque partamos.

 

Al día siguiente…

 

José Joaquín se dirigió a todos los que aún dormían incómodos en el piso de la casa, para decirles que hoy había que hacer todo lo necesario para zarpar en la mañana, que por favor, llevaran todo lo que faltaba para el barco y que no se les olvidara los alimentos y el agua. Todos comenzaron a hacer sus labores para lograr el objetivo.

Sin embargo, cuando todo estaba listo para que la caravana partiera al barco, se oyeron unos cañonazos en el puerto…

José Joaquín: Eso viene de la plaza y el puerto, Manolo por favor acércate con cautela y averigua que está ocurriendo, los demás estemos listos para ver si podemos irnos con la carga para el barco.

María: Solo faltan los alimentos y el oro…

José Joaquín: Lo más importante… los alimentos…

 

Manolo fue y regresó a los diez minutos muy agitado.

 

Manolo: Señor… piratas… me dijeron que la guardia iba a colgar a los piratas que atrapamos, y aparecieron de la nada otros, y se armó un zafarrancho… los liberaron y mataron como a 10 soldados, la gente corre por todos los lados a resguardarse…

María: José Joaquín ¿Qué vamos a hacer? Te dije que era mejor irnos anoche.

José Joaquín: No estábamos listos María, la tripulación no estaba completa y los marinos estaban muy cansados para todas las labores de zarpe. Pero bueno… ahora tenemos a esos piratas en tierra… Señores prepárense, tenemos que salir de aquí y llegar al barco. Divídanse en tres grupos, cada uno tomará una de las rutas que hemos señalado para ir al barco. Dividan la carga en tres, los grupos que lleguen al barco no miren atrás, y preparen a la tripulación para zarpar, esperen un momento, y si ven que no llegan, tendrán que partir sin los otros. Preparen garrotes, cuchillos y todo lo que les pueda servir para luchar, prepárense para el zafarrancho. María tu vienes conmigo… José Antonio y Manolo van con Victoria… Hijo mío… cuídate bien… y por favor cuiden a Victoria con tu vida… te lo pido…

Victoria abrazó a su mamá… y al escuchar lo que le dijo José Joaquín a José Antonio y Manolo, se le lanzó a José Joaquín con un abrazo, y le dijo: Papá protege a mi mamá y llévala al barco con nosotros… confío en ti. Se despidieron con los ojos encharcados de lágrimas conscientes que podía ser la última vez que se vieran.

Así las cosas, se dividieron en tres grupos de siete, dos grupos llevaban comida y agua, y el tercer grupo liderado por José Joaquín y María iban con el oro. Uno iba con una carreta tirada por un caballo y los demás iban con carretillas cargadas por personas.

El grupo de José Antonio, Manolo y Victoria, comenzó su travesía con cuatro miembros de la tripulación, iban corriendo.

El grupo de María y José Antonio tuvo que esperar, por el comprador de la casa para entregarle las llaves.

El tercer grupo, tenía que pasar por una posada, para recoger a dos pasajeros que habían pagado el pasaje, pero no tenían ni idea de los perseguidores de sus transportadores.

 

En la ciudad había mucha gente corriendo, había humo… el barco pirata había descargado una andanada de cañonazos para distraer a la guardia, y se había ido a todo trapo del puerto, mientras que sus secuaces en tierra atacaban en la plaza para liberar a sus compañeros. Fueron treinta cañonazos que estremecieron el fuerte y varias partes aledañas de la ciudad.  En la plaza, los piratas que habían atrapado dos días antes, ya habían sido juzgados y condenados a muerte. Los iban a colgar, y cuando se disponían a subir a la tarima de ahorcamiento, se escucharon los cañonazos del barco, que tomaron a toda la guardia por sorpresa, pues había avistado el barco, pero no lo habían identificado como un barco pirata, además, la mayor parte de la guardia estaba concentrada en la plaza donde iban a ahorcar a los piratas. Cuando los soldados del fuerte quisieron cargar los cañones, ya los piratas habían girado el barco y se encontraban fuera del alcance de los cañones del fuerte, al que castigaron con varios cañonazos, hiriendo a varios soldados.  Mientras en la plaza, cuando los soldados escucharon los cañonazos, el capitán dio la orden a varios soldados que se fueran inmediatamente a reforzar el fuerte. Cuando algunos soldados salieron corriendo en dirección del fuerte, los piratas atacaron por sorpresa matando a todos los soldados que tuvieran cerca, pasándolos a cuchillo, generando una carnicería que los civiles al ver salieron corriendo. El capitán de la plaza ordenó a todos los soldados que se reagruparan en una zona de la plaza para evitar ser masacrados y poder reaccionar al ataque. En ese momento varios piratas ayudaban a sus compañeros condenados a liberarse y salieron corriendo de la plaza, mientras que otros disparaban pistolazos, para hostigar a los soldados y cubrir la huida. Luego de liberar a sus compañeros, y matar como 15 soldados a cuchillo, salieron de la plaza, para reagruparse.

Jean Pierre, el Capitán pirata reagrupó a sus hombres en una calle, y le pidió a los liberados que lo llevaran a la panadería de María los más pronto posible. Se dividieron en dos grupos, el grupo más grande iba con él a la Panadería, y el segundo grupo, debía ir al barco para evitar la huida.

 

Mientras tanto…

 

José Antonio, Manolo y Victoria, corrían en medio de la multitud hacia el barco. Cuando divisaron el barco en el puerto, comenzaron a escuchar disparos. Eran los piratas que seguían al otro grupo, donde los pasajeros gritaban asustados mientras que lograron subir al barco.

Eran unos diez piratas que a las afuera del barco, venían persiguiendo la carreta de los pasajeros, cuando se los toparon de pura casualidad. Y los marinos que iban custodiando la carreta hicieron correr al caballo y lograron escapar, y llegar al barco como pudieron.

Los piratas se formaron a las afueras del barco para abordarlo, y se dispusieron a cargar sus pistolas. La tripulación quitó el puente y se dispuso a repeler el abordaje. Pero cuando los piratas estaban cargando sus pistolas, una andanada de piedras llovió sobre ellos, desde sus espaldas. Era el grupo de Manolo, Victoria y José Antonio que les disparaba con sus hondas. Los siete del grupo arremetieron contra los piratas golpeándolos inclementemente con las piedras. José Antonio y Victoria pusieron en práctica la táctica de combate de José Joaquín, primera piedra al cuerpo, la segunda a la cabeza. Los piratas abrumados no pudieron reaccionar, apedreados por los hondazos y luego apaleados por la espalda por los otros marineros que los golpearon con sus garrotes, no pudieron ni disparar un solo pistolazo. El factor sorpresa fue fulminante. La tripulación del barco, colocó nuevamente el puente y bajo a tierra para ayudar a sus compañeros amarrando a los piratas malheridos.

Victoria preguntaba si el grupo de sus padres había llegado, pero Isidoro le contestó que no. Esperaron un rato pero nada que llegaban. Al rato llegaron un pelotón de soldados que agarraron a los piratas.

Por su parte José Antonio, Victoria y Manolo, seguían angustiados al ver que el tercer grupo no llegaba. Así que decidieron coger la carreta con el caballo y salir en su ayuda. Se llevaron a tres marinos que eran los que también disparaban hondas, y le pidieron a la guardia que los siguiera, pero estos iban de pie, así que luego de dos cuadras, los perdieron de vista.

 

Mientras tanto…

 

María le entregó las llaves al comprador, que se demoró un poco en llegar y los atrasó un tiempo considerable.

Cuando comenzaron a correr dieron dos cuadras y se encontraron de frente con la banda pirata conformada por 15 piratas, que le cerraron el paso.

Uno de los piratas liberado, identificó a José Joaquín y se lo señaló al capitán Jean Pierre.

El capitán Jean Pierre, lo miró y le dijo:

Jean Pierre: Al fin nos vemos de frente… El capitán del barco al suplicar por su vida me dijo que tu fuiste el de la idea de los barriles de mierda, junto con tu sobrino y tu mozo. Nadie me había humillado así, así que dije que no iba a descansar hasta devolverte ese favor. ¿Y cuál es tu nombre?

José Joaquín: Soy el nuevo capitán del barco, José Joaquín Calderon, y Capitán de la armada de su majestad el Rey de España. Solicito un Parley.

Jean Pierre: ¿Y qué propone…  el capitán Calderon?

José Joaquín: Como veis estamos en desventaja numérica y tenemos una dama entre nosotros. Dejad ir a la dama y nosotros resolveremos nuestros asuntos. Creo que sería lo más honorable, dado tu ventaja en número y mejor armamento.

Jean Pierre: Capitan… Calderon… ya me has costado mucho tiempo… y la verdad no me importa ser honorable, con alguien que llenó mi barco de mierda… pero la verdad necesito reestablecer mi honor… y no lo disfrutaría mucho si os mato con un pistolazo… así que tal un duelo de espadas antes de…

José Joaquín: Veo que queréis pelea y humillarme… esta bien pero no tengo espada, pues solo cuento con este garrote… por lo menos, para una pelea más o menos justa, dada tu juventud, podrías ofrecerme una espada.

Jean Pierre: No tenemos mucho tiempo, pero si lo considero justo… contramaestre láncele un sable.

 

María: José Joaquín… ¿qué vas a hacer? No soportaría verte morir… no lo hagas.

José Joaquín: Mi reina… no hay opción… no debí irme hace 15 años… perdóname por favor.

 

José Joaquín agarró el sable del suelo, y el pirata se abalanzó sobre él. José Joaquín muy a pesar de sus años, era un soldado de la marina de su majestad y había librado varias batallas. Logró repeler la embestida del pirata con buena esgrima.

El pirata se veía sorprendido por la habilidad de viejo que se defendía como podía de los ataques del francés, y a pesar de los años, luchaba como gato boca arriba en contra de un atacante pirata que estaba viendo difícil vencer al Capitán Calderón, quién hoy tenía todas las razones para no morir.

En esos momentos llegó la carreta tripulada por los honderos que embistieron a los piratas, y dispararon piedras por doquier.

El Capitán pirata se apresuró a dar una estocada a José Joaquín, pero este nuevamente lo rechazó, y María con un garrote le dio al pirata un mazazo con todas sus fuerzas, que lo hizo caer al suelo, mientras que José Joaquín, le dio una estocada en el torso.

Victoria, José Antonio, Manolo y los otros miembros de la tripulación, bombardearon a los piratas con piedras, poniendo a más de uno fuera de combate, pero los piratas se replegaron y se reagruparon y comenzaron a disparar pistolazos sin mucha puntería.

El capitán pirata mal herido, se levantó para volver a atacar a José Joaquín, pero José Antonio lo frenó con un piedrazo en el pecho. José Joaquín llegó a donde su sobrino, subió a María a la carreta, le quitó la honda a su sobrino, y le disparó una piedra a la cabeza al pirata, que calló al piso todo ensangrentado.

Los otros piratas reagrupados se alistaban para iniciar una carga en contra de José Joaquín y su grupo, mientras que estos se preparaban con sus hondas y garrotes a repelerlos.

Cuando iniciaron la carga con gritos ensordecedores… Se escucho un ¡Viva España¡ Era el pelotón de soldados que había llegado a la pelea, y dispararon sus arcabuces en contra de los piratas y luego acabaron con los que quedaron con sus bayonetas, entre ellos al Capitán Jean Pierre que yacía agonizando en el suelo.

 

María: José Joaquín… Condenado… casi me matas de un susto. Eso no me lo vuelvas a hacer en tu vida…

José Joaquín: Pero María… ¿Yo qué hice ahora?

María: Te dije que no soportaría perderte otra vez… Y juré no volver a decir eso… Condenado… por tu culpa no puedo cumplir con mis promesas.

José Joaquín: ¡Válgame Dios¡ Yo como que nací en Sodoma y Gomorra.

En ese momento Victoria se le colgó en el cuello de un abrazo a José Joaquín y lloró.

José Joaquín: Madre mía... ¡Qué duro es tener familia¡

Victoria: ¿Y ahora de que te quejas refunfuñón? ¿No querías una hija?

José Joaquín: Y por eso en estos momentos no me cambio por nadie. Bueno y tú José Antonio… qué susto me has dado… pensé que no ibas a llegar… ¿te das cuenta de lo importante que es aprender a utilizar una honda? Ahora sí… nos vamos todos a Cádiz… no acepto un no como respuesta.

 

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