CAPITULO I
Todo
comenzó, cuando Marco Calderón se disponía a cursar su último grado de
bachillerato, el llamado once grado, algunos le dicen un-décimo, en su manera
incorrecta, ya que undécimo no tiene por que significar once, sino la décima
parte de 10. Bueno continuando con la historia, decía que cuando Marco Calderón cursaba su último grado
de secundaria, nadie pensó que alguien como él, pudiese llevar sus ideales tan
lejos y lograr todo lo que se proponía desde su mente, nadie a excepción de su
abuelo que siempre vio en él un retoño digno de él, además fue el primero en
ver a través de los ojos de Marco al gran prospecto, que su único hijo había
engendrado. Durante los diez años que estuvieron juntos en los indescifrables
caminos de la vida, tiempo en el cual, mientras uno retoñaba haciéndose grande
y fuerte, el otro se desdoblaba, y se consumía lentamente por el pasar de los
años. Abuelo y nieto, creaban lazos entrañables que los unirían más allá de la
muerte.
Durante
esos diez años el abuelo, vio en Marco la mirada impávida y pensadora que caracterizaba
a los Calderón, quienes dominaron en La Samaria (ciudad donde se desarrolló la
historia) desde sus principios. Esa
mirada que no vio en su único hijo, ni en los hijos de su hermano Cesar,
con el cual vivió y formó una gran sociedad hasta que las fuerzas le
permitieron mantener ese negocio de reses que heredaron de su padre y que sus hijos no quisieron sostener porque
prefirieron estudiar y dedicarse a sus respectivas profesiones. Durante años la
ganadería Calderón era la más prestigiosa y cotizada de toda la región, y fue
adquirida y trabajada por Don Luis Calderón Márquez, bisabuelo de Marco, y
padre de Cesar y Rodrigo Calderón, abuelo y tío-abuelo de Marco
respectivamente.
Durante
años la Ganadería fue el sustento y orgullo de la familia Calderón hasta que
Don Cesar y Don Rodrigo no pudieron seguir manejando el negocio y como dije
antes sus hijos no quisieron hacerse cargo del negocio, así que decidieron
venderlo, dejando abandonada la hacienda que perteneció a esa familia durante todo un siglo. Después de esto siguió una
época de despilfarro y de malas
inversiones, en donde toda la plata de la venta del patrimonio familiar fue mal
manejada por los hijos de don Cesar, quien después de un año y medio, no tenía
para su sustento, por lo cual recibía la continua ayuda de su hermano Rodrigo
que hasta donde pudo y aún después de la
muerte, ayudó a vivir a su hermano cómoda y dignamente. El padre de Marco se
llamaba Joaquín, estudió odontología en una de las universidades más
prestigiosas de la Capital, gracias al esfuerzo y trabajo de su padre. Joaquín
tuvo que sufrir la prematura muerte de su madre Doña Victoria, quien murió a
causa de una enfermedad relacionada con el hígado y que en ese entonces no
había forma de curarla. De esta forma dejó huérfano a Joaquín quien cruzaba su
edad de adolescencia. Este gran golpe a Joaquín, lo hizo madurar bastante y le
abrió paso para acercarse a su padre, el cual le era casi que totalmente
indiferente mientras su madre vivía. Al morir Doña Victoria se requirió de una
etapa de empalme en donde a los dos, los unía el amor que le tuvieron a su
esposa y a su madre respectivamente. De esta manera tuvieron la oportunidad de
conocerse el uno al otro, una experiencia que los enseñó a tratarse. Pronto se
creó un gran lazo de amor que los unió, y les enseñó a cada uno a tener
conciencia de que el otro existía, ya que mientras Doña Victoria vivía, ellos
no tenían la necesidad de tratarse porque ella tenía suficiente amor,
suficiente tiempo y sobre todo suficiente vocación para atenderlos a los dos al
mismo tiempo y casi paralelamente, de tal forma que mientras Don Rodrigo se
enteraba de los problemas de Joaquín, ya Doña Victoria los estaba atendiendo y
es más, a veces ya les había encontrado solución, y cuando Don Rodrigo tenía
algún problema solo era cuestión de comunicárselo a su esposa para tener de
ella apoyo y consejo para poder solucionarlos. La confianza que Don Rodrigo
tenía con su mujer era tan grande que no había cosa que hiciera él que no
hubiera pasado por el conocimiento de ella, es más, ni siquiera con su hermano
Cesar, con quién Don Rodrigo tenía tanta confianza que en toda la historia de
estos dos hermanos solo habían tenido un solo tropiezo y causado por una mujer
–como cosa rara-. De esta forma la mujer de Don Rodrigo se convertía para él en
una pieza fundamental en su vida, ya que
era su amiga, amante, hermana y casi que madre al mismo tiempo, era el
pilar que sostenía su vida desde que se casó con ella. Por eso cuando Doña
Victoria murió Don Rodrigo se desmoronó en un principio, se volvió como loco,
se encerró en su cuarto durante tres días consecutivos, no le importaba nada,
ni siquiera su propio hijo, al principio se dejó caer tanto que se convirtió en
un hombre descuidado y abandonado, buscó el consuelo en su trabajo, y en él
encontró una manera de vivir.
Mientras
tanto en la otra cara de la moneda Joaquín se fue a vivir con su tío con el
propósito de que sus primos le diesen la suficiente compañía y distracción para
que no sintiese tanto la ausencia de su madre y para que no se sintiese solo.
Joaquín duró un año viviendo en la casa de su tío Cesar que le brindó todo lo
que pudo y le dio suficiente amor y
apoyo, que su padre en ese momento no podía brindarle.
Todo
transcurría en aparente orden, pero la verdad es que cada uno se encontraba
destrozado por dentro. Don Rodrigo trato de rehacer su vida en tres ocasiones
pero se encontró con mujeres que solo buscaban su apellido y su dinero, y no le
ofrecían el amor que tanto estaba necesitando, además el vacío que le dejó la
muerte de su esposa, lo condenaría a no volver a enamorarse verdaderamente. Y
fue así, como en su último intento con una mujer llamada Lucía, se dio por
vencido y se resignó a vivir sin el amor de una mujer. En esa ocasión estaba a
una semana de casarse, cuando se disponía a hacerle una visita a su prometida,
y sin querer escuchó una conversación en donde su futura suegra –hasta ese
momento- le preguntaba a su hija en la
terraza de la casa, -¿Qué era lo que le gustaba de Rodrigo? Y ella contestó con
tal sinceridad que no le quedarían dudas, a cualquiera que la hubiese escuchado
que lo que ella decía era la verdad sincera que las hijas le confieren a las
madres: “Lamento casarme con un tipo poco interesante y bastante aburrido, pero
con el dinero que tiene ese, me sobra y me basta para sobrellevarlo”. Esto lo
dijo tan cínicamente, sin sospechar que su prometido se encontraba cerca
escuchando detrás de una columna ubicada a un lado de la terraza y que
favorecido por la oscuridad de la noche, no fue descubierto por las
interlocutoras que se reían a manera de burla. Don Rodrigo no soportó la
ofensa, salió iracundo de su escondite y
listo para despachar a su tercera prometida en menos de un año. Algo sí debía
quedar bien claro, y era que Don Rodrigo no era ningún Santo y que al cumplir
un mes de muerta su esposa no pudo seguir soportando esa lluvia de mujeres
falsas que se le tiraban encima por pura ambición. De todas maneras su primera
prometida después de viudo no era tan mala y al contrario lo quería bastante
-bien bonita si era-, rubia, una cara hermosa, piel blanca de porcelana, tenía
buen cuerpo para las mujeres de esa época, se les veía muy enamorados, pero la
verdad es que el recuerdo de su difunta esposa estaba muy vigente y no lo
dejaba concentrarse bien en las “cosas”, lo cual poco a poco fue creando
problemas en la pareja, hasta que la mujer se cansó, lo dejó y se casó con otro
hombre.
De
esta forma Don Rodrigo frustrado y abatido por el amor, se sintió solo, y fue
cuando decidió rescatar el único recuerdo de su felicidad, que era el hijo que
le había dado la única mujer que realmente le había dado cariño. De esta forma
sacó a Joaquín de la casa de su hermano, y le dijo: -“Hijo, a partir de hoy
viviremos una nueva vida como padre e hijo, estoy dispuesto a recuperar el
tiempo que hemos perdido.” –Frase necia y redundante, y en ocasiones cursi,
pero de una u otra manera, es una frase que esperamos oírla en ciertas
ocasiones de nuestros padres-. Al principio fue bastante complicado, para dos
personas que desde un comienzo solo se veían en las horas de comida, y que
luego después de un año en donde solo se veían algunos domingos, y donde
Joaquín solo veía a su padre por el periódico anunciando sus bodas y
presentándole a los posibles reemplazos de su querida madre, cuya muerte
todavía estaba vigente para él.
Primero
surgieron problemas sobre la forma en como tratarse, o como sostener una conversación con una
persona con la cual no había compartido suficientes momentos en su vida, y con
la cual no tenía confianza ni para decirle “Hola, ¿Cómo estas?”. Sin embargo
Don Rodrigo tenía toda la disposición para recuperar al hijo que no había
tenido la necesidad de criar, le dedicó una hora exclusiva después de cada
comida para que su hijo le contara todo lo que hacía, en cada día mediante un
exhaustivo interrogatorio combinado con bromas. De esta manera consiguió que
Joaquín a regañadientes le soltara algunas palabras, y así poco a poco le diera
su confianza contándole sus experiencias. Mientras tanto Don Rodrigo trataba de
ganarse su confianza contándole cuentos, “Chistes y “chismes” de las personas
que vivían en La Samaria, de tal forma que en un mes ya Joaquín conocía como
tratar a cada persona, con la cual se relacionaba su padre, que por cierto,
muchos de los hijos de los amigos de su padre eran amigos suyos, lo que le
facilitó mucho en sus relaciones con ellos, ya que comprendía y conocía a la
perfección los problemas que tenían cada
uno de sus amigos en sus respectivas familias -Porque los problemas de los
padres afectan directamente a los hijos a tal punto que en ellos se ven
reflejados dichos problemas-. Así, Joaquín se iba convirtiendo en el confidente
de sus amigos, por ser el que más comprendía sus problemas, y todo gracias a su
padre, (y esto le sumaba un gran punto a favor a Don Rodrigo en la crianza de
su hijo, para hacerlo sensible). Poco a poco Don Rodrigo fue ganándose la
confianza de su hijo, e iba logrando que este siendo ya un adolescente de 14
años le contara sobre sus sucesos, sus experiencias y sus ilusiones. En tres
meses de esta ardua y bonita tarea en que pocos padres se ponen, Don Rodrigo
había estrechado lazos con su hijo y había
recuperado una parte de su vida que para otras personas incluido su
hermano Cesar daban por perdida, y él fue el primer sorprendido después de un
mes de que Joaquín mencionara a su padre en tres frases de cada cinco que
expresaba, y casi se va de espaldas cuando vio a su hermano enseñándole a
montar caballo a Joaquín, cosa que él no había hecho ni siquiera con su hijo
mayor Manuel, que era un año menor que Joaquín y que ya comenzaba a reclamarle
a su padre que hiciera las mismas cosas que su tío Rodrigo hacia con Joaquín.
De
esta manera iban pasando los años y Don Rodrigo y su hijo seguían estrechando
sus lazos cada vez más fuertemente, que después de ser tan distintos e
indiferentes el uno del otro, comenzaron a asemejarse hasta en el caminado, y
el parecido físico seguía impactando cada vez más a medida que Joaquín iba
creciendo y a medida que iba imitando las cualidades de su héroe particular (Su
padre), pero los rasgos físicos comenzaron a aparecer: el mismo cuerpo
atlético, el mismo pelo castaño claro, la misma nariz fileña, los mismos labios
rojos y carnosos, pero la única diferencia notable eran los ojos, mientras Don
Rodrigo tenía una mirada profunda y expresiva, con sus ojos negros, que era
respaldada por unas cejas bastante tupidas y bien dibujadas al término de la
frente -esos rasgos característicos que Don Rodrigo había heredado de su padre
victorioso y que algún día reconocería y admiraría en los ojos de su primer
nieto Marco-, Joaquín tenía unos ojos claros, pequeños e impávidos iguales a los de su madre, y que no
reflejaban sentimiento, ni pensamiento alguno.
Mientras
Joaquín estudiaba en el colegio tuvo algunos problemas académicos cuando murió
su madre, y que luego volvieron a aparecer cuando se mudó con su padre, puesto
que al vivir con sus tíos y sus primos, éstos
le hacían los trabajos y las tareas con el compromiso de ayudarle y que
no se sintiera mal, sin saber que lo estaban perjudicando en gran parte. Pero
luego, estos problemas los supo afrontar Joaquín gracias al apoyo de su padre
que siempre le suministró sus conocimientos, y
que a pesar de ser un ganadero era una persona muy bien letrada y que
había cursado todos sus estudios como bachiller, y que alcanzó a ir a la
universidad para estudiar medicina, pero que luego los dejó, porque prefirió
dedicarse al negocio de la familia y ayudarle con el trabajo a su padre que ya
estaba avanzado en edad, y que no podía dedicarse solo al duro negocio del
ganado, y además, tampoco se contaba con la ayuda de su hermano Cesar que
estaba muy joven e inexperto para dedicarse al trabajo de lleno. Y de esta
manera recibiendo toda la ayuda y disposición de su padre, Joaquín logró
superar la crisis académica por la que pasaba, para encarrilarse de mejor forma a sus estudios.
Otro
de los problemas que sufrió Joaquín fue en el campo del amor, un problema que
se ha hecho congénito en la familia Calderón. Su padre solo vivió feliz con una
mujer, pero su amor murió y no pudo rehacer su vida pese a tres intentos. Su
tío Cesar aunque vivía aparentemente estable tuvo muchos problemas al casarse,
ya que tuvo que lucharle el amor de la que fue su esposa a otro tipo que casi
que se sale con la suya, y que le
represento mucho dolor y sufrimiento al pobre de Don Cesar.
Joaquín
se enamoró de una mujer hermosa proveniente de San Rafael un pueblo vecino de
la Samaria, característico por sus bonitas mujeres. Joaquín en plena pubertad
fue víctima del primer día de clases en donde ella entró en su curso como
alumna nueva. La sola presencia de esta joven le provocó a Joaquín las primeras sensaciones de amor, que
jamás había experimentado por alguna muchacha. Nunca nadie le había interesado,
siempre tuvo amigas, que no le causaban atracción alguna, a excepción de una
novia que tuvo al cumplir los 15 años y que aún mantenían una especie de
relación donde ella quería pero él no estaba seguro, pero esta muchacha muy
bonita por cierto, no lo había puesto a sudar frío, ni le había hecho palpitar
el corazón tan rápido, ni mucho menos le había enredado la lengua al hablar
como lo había hecho la nueva alumna de la clase. Por primera vez tuvo un reto
ya que durante tres años él había sido uno
de los niños bonitos de todo el colegio junto a su primo Manuel. Este sí
que era un verdadero reto, ya que esa niña tan hermosa no le ponía atención ni
en lo más mínimo, no hallaba manera de hacer que ella le pusiera atención,
había probado miles de artimañas y todavía no conseguía ni siquiera una sola
mirada, y es más, lo único que logró conseguir fue una buena cachetada, cuando
se atrevió a escribirle en un papel, una carta de amor que podría llamarse un
digno ejemplo de cursilería. La verdad es que Joaquín donde ponía el ojo la
embarraba, y en vez de conquistarla le seguía demostrando que era todo un
idiota, y poco a poco destruía sus posibilidades en cada intento por conquistarla.
Durante
mucho tiempo Joaquín no quiso contarle lo que le pasaba con esa muchacha a su
padre, hasta que se vio perdido y su padre lo encontró pensativo en su alcoba.
Al encontrarlo así Don Rodrigo le preguntó preocupado -¿Qué te pasa Joaquín?
Cuando Don Rodrigo escuchó la razón, se preocupó muchísimo, porque pensó en como
podría él, que había fracasado en tres relaciones serias en menos de un año,
darle un consejo a su hijo en un problema en el que se consideraba todo un
desastre. La cara de su hijo esperaba una respuesta, pero Don Rodrigo siguió
pensando que le diría, al fin se le ocurrió la única táctica que le había
funcionado en toda su vida y que fue la que bastó para casarse por única y
ultima vez. Le dijo que a veces las tácticas del orgulloso, del importante y el
arrogante, no dan resultados con cierto tipo de mujeres que más que bonitas son
inteligentes, y que para esa clase de mujeres lo único que funciona es pedir
disculpas y sobre todo ser tu mismo.
Al
día siguiente Joaquín decidió poner en práctica el consejo de su padre, pero ya
era demasiado tarde, su propio primo Manuel le había tomado la delantera y
había conquistado en una tarde a la mujer que en una semana le dio tanto que
hacer a Joaquín. Pero Joaquín supo resignarse, y respetó la relación que había
surgido entre la mujer que lo volvía loco y su primo. Pero esta situación no le
perjudicó en lo absoluto -ya que no hay mal que por bien no venga-, porque de
esta forma y como novia de su primo tuvo oportunidad de tratarla y conocerla
sin ningún compromiso, y de esta forma se ganó su confianza y la admiración que
no pudo conseguir de ella mientras se lo propuso. De esta forma comprendió que
definitivamente su padre tenía razón con la idea de ser él mismo, ya había
conseguido lo que no pudo hacer fanfarroneando, ni haciéndose el importante. Al
pasar el tiempo la relación entre esta muchacha y su primo iba decayendo, y se
iba acercando la posibilidad de que él pudiese por fin mirarla con otros ojos.
Cada día su primo y ella andaban menos juntos, y peleaban más, hasta que llegó
el día en que la relación se acabó, después de seis meses ya Joaquín había
esperado mucho, y soportado mucho,
porque ver la mujer que él quería en brazos y en labios de su primo, no
debió ser nada fácil. Así, después de terminada la relación, siguió viéndola en
“Son” de amistad, y luego de un tiempo prudente para quedar bien con su primo
se dispuso a cortejarla. Las cosas iban bastante bien, ella aceptaba toda sus
invitaciones, y todos sus cumplidos, solo faltaba la famosa pregunta:
“¿Qu..qu..ie..res ser mi n..no..no..via?.”
Cierto
día Joaquín se dispuso a realizar esa famosa pregunta. Y sentados los dos en
una banca del parque Central, a las 8 de la noche, él se dispuso a
preguntárselo. El gran problema era comenzar, pero contra todo pronóstico no se
le enredó la lengua y las palabras salieron de su boca con absoluta fluidez,
pero pasó algo inesperado, (cuando no es una cosa es otra) al oír esa “chica”
tan linda (cuyo nombre era Cristina) la pregunta de Joaquín, lo primero que
hizo fue darle un beso en la boca. Bueno eso parecía ser un sí, pero el
problema se presentó cuando se agarró a llorar inconsolablemente de un momento
a otro, después del fugaz evento. Joaquín confundido le pregunto ¿Qué era lo
que le pasaba?, y ella le respondió, que había estado esperando esa pregunta
desde hace mucho tiempo, antes de ser novia de su primo, -“Pero solamente estaba esperando a que me
demostraras quién eras en realidad” -dijo ella-, pero ahí no paraba la cosa, ya
venía la peor parte para Joaquín. Ella le dijo que lamentablemente a su padre
lo habían trasladado de ciudad y que dentro de un mes tendrían que mudarse a
otra ciudad llamada Micaután. Joaquín quedó impávido, y se quedo pensando un
buen instante como si se le hubiese detenido el tiempo, tuvo tiempo de admirar
las luces amarillas del parque y las calles iluminadas por sus destellos
amarillentos. Quedó mucho tiempo enmudecido, solo pronunció algunas palabras
después de que le quedó la mente en blanco durante un buen lapso de tiempo
(casi cinco minutos) en donde Cristina, esperaba una reacción. Después de ese
rato concentró su mirada impávida en los ojos de su pareja, y soportando un
ciclón (una brisa huracanada y seca característica de la ciudad que arrastra
consigo una nube de polvo y provocaba un gran espectáculo de miradas por debajo
de las faldas), le tomó la mano y le
dijo: -“No me importa el tiempo que pueda pasar contigo, porque cada vez que
estoy cerca de ti se me vuelve una eternidad en la cual disfruto cada uno de
los minutos que pasan indiferentes, y que con un mes bastará y sobrará para que
mi amor pudiese quedar saciado”. Cristina no contuvo su llanto, y sentados los
dos en la banca del Parque Central, gastaron las primeras horas de su
interminable tiempo de novios, que solo contaba con un mes, pero que para ellos
duró todo un año.
LA SAMARIA, OTRA HISTORIA MACONDIANA.
LA SAMARIA, OTRA HISTORIA MACONDIANA.
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CAPITULO II
CAPITULO III
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CAPITULO VI
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