jueves, 19 de agosto de 2021

CUENTOS DE CARMEN GUAL

CUENTOS DE CARMEN GUAL.




















Mi mamá es Carmen, y es un personaje... tuvo una relación muy particular con su padre Anselmo, con quién desarrollo una linda relación y complicidad para realizar todas sus travesuras, y de estás es que les voy a hablar un poco.


LOS VASOS DE AGUA.


Carmen: Papi, qué hace uno cuando quiere que una visita se vaya.
Anselmo: Pues le sirves varios vasos con agua, hasta que se vaya.

En una oportunidad llegó un conocido de su padre, que hablaba mucho y a Carmen realmente le fastidió, así que comenzó:

Carmen le llevó el primer vaso con agua.

Visitante: Ay mijita, que rico, me estaba muriendo de la sed... muchas gracias.

El visitante siguió hablando con Anselmo...

Carmen lleva el segundo vaso con agua.

Visitante: Ay mijita, gracias, la verdad es que estaba seco, con estos calores que están haciendo.

Carmen lleva el tercer vaso con agua, y ya Anselmo descubre que su hija, está siguiendo su consejo, y la mira, tratando de decirle: Ya para¡ pero el sabe que ya no hay nada que hacer.

Visitante: Ay mijita, de verdad que ya estoy lleno, estoy que me reviento... Anselmo me prestas el baño por favor? 

Cuando sale el visitante del baño, Carmen le insiste que se tome el vaso con agua que le había llevado, (cómo me lo vas a rechazar, si el agua te hace bien) y el hombre por decencia accede, pero se toma la mitad.

10 minutos más tarde, vuelve Carmen y le lleva un cuarto vaso con agua al visitante.

Visitante: Ay mija, gracias de verdad -el hombre se tomó dos sorbos de agua -... Anselmo, seguimos hablando otro día.

Anselmo: Mija tu eres terrible, ese hombre se puede orinar en el camino...


40 años después, apliqué la misma táctica con un amigo de mi primo. Nos estábamos viendo un partido de la selección Colombia. Fueron dos vasos de agua enormes que se tomó, pero éste no se fue. Fue al baño, pero cuando estaba en el baño, la selección Colombia metió un gol, que se lo perdió en medio de la angustia de estar orinando, mientras que todo el mundo afuera gritaba el gol.


EL CUENTO DEL SAPITO

Mi mamá tuvo varios pretendientes, y en su época se acostumbraba a hacer visita.

Uno de esos pretendientes era bastante parecido a un sapito, y así le decían, incluso, el sabía que le decían así.

El hombre comenzó a visitar por las tardes, todos los días, y mi mamá ya había decidido esconderse y no salir a atenderle la visita, con la esperanza de que el hombre desistiera de su propósito.

Cierto día, llegó el joven de visita, y mi mamá quería salir, pero no sabía si el pretendiente estaba en la sala esperándola para hacerle una visita, así que le dijo a un sobrino (Anselmo José) que fuera a la sala y revisara si ahí estaba el señor sapito.

El joven Anselmo José fue a la sala, en la cual se encontraba, el abuelo Anselmo, el tío Raúl y varios de sus amigos, su papá Anselmo Antonio, y Sapito. Pero como el niño no entendía la diferencia entre sapito animal y sapito persona, porque no sabía que al pretendiente de su tía le decían sapito, pues comenzó a buscar en el suelo al sapito animal constantemente, y luego de un buen rato buscándolo, concluyó y le gritó a su tía, desde la sala: ¡Tía... aquí no hay ningún sapito¡

El tío Raúl y sus amigos se murieron de la risa, Anselmo Antonio trató de regañar a su hijo, y el Abuelo Anselmo, casi se muere de la vergüenza. Lo que si ocurrió, es que Sapito, dejó de visitar la casa.


JOSE, ANITA Y ESNEIDER

Anita fue mi primera niñera, y tenía dos hermanitos, que también vivieron con nosotros y fueron también mis niñeros.

En otra ocasión, mi mamá también se estaba haciendo negar para no atender una visita en su casa, de un primo, de mi papá, quién timbró en varias ocasiones en la casa, y mi mamá le dijo a la empleada que se llamaba Anita, que le dijera que mi papá se encontraba en la oficina. La empleada no le entendió y le decía al primo que mi papá estaba donde Josefina.

Primo: Y donde está Jorge?
Anita: Donde Josefina.
Primo: Y donde está Josefina?

Carmen: Anita, no es Josefina, dile que Jorge está en la oficina.

Anita: El señor Jorge está con Josefina.
Primo: Y quién es Josefina.

Carmen: Anita, que es OOO FIII CIII NAAA

Anita: Que el señor Jorge es JOO SEE FII NAA
Primo: ¿Cómo así que Jorge es Josefina?


A José que era el menor, mi mamá lo llenó de mucho temor, era un niño como de 4 o 5 años, cuando llegó a la casa. Mi mamá era muy nerviosa y la primera casa que nosotros tuvimos, tenía mucho monte al rededor, y cada vez que había un ruido raro, su instinto era salir corriendo y meterse debajo de la cama. Así se llevaba a José para debajo de la cama, y el niñito salía corriendo. Eso dice mi mamá que influyó mucho en José, porque todos los días llegaba del colegio correteado de otros compañeritos que lo seguían hasta la puerta de la casa a pegarle y el no se defendía sino que salía corriendo. Y les decía, les voy a echar a mi hermano Esneider, el si los casca... 

Mi mamá veía como José nombraba a Esneider como su protector, y en efecto era su hermano mayor, y pensó que era grande, pero cuando lo conoció era del mismo tamaño, parecías gemelos a pesar de que Esneider era el mayor, pero eso sí, con una valentía y una fuerza de corazón increíble, y como dijo su hermano, lo protegió y los niñitos que antes correteaban a José, el los hizo correr.

Mi mamá lo consentía bastante, lo peinaba, y le echaba masajes para según ella alisarle el pelo. En una ocasión le dejó un masaje con una pañoleta, y se la dejó puesta. Ya mi papá le había llamado la atención a mi mamá que le dejara de poner pañoletas al niño, y preciso, llegó mi papá al medio día, y salió José a abrirle la puerta emocionado y se olvidó que tenía puesta la pañoleta. Mi papá desde el carro le dijo, oiga joven qué trae usted puesto? El niño se miró su camisa, sus piernas y sus pies y dijo: Nada, doctor. Y mi papá le insistió: ¿Qué tienes puesto en la cabeza? El niño se tocó la cabeza y se acordó que tenía la pañoleta y con pena enseguida se la quitó.



MI MAMÁ CONTESTANDO EL TELÉFONO DE SU CASA.


Anselmo Antonio, uno de los hermanos de mi mamá llamó a la casa de mi abuela, en aquellos tiempos en que los teléfonos eran de rueda giratorios, y hacían que las personas se equivocaran al marcar, y le contestó mi mamá:

Mi mama: Buenas tardes, policía Nacional.

Mi tío: Excuse señorita, me equivoqué de teléfono.

Vuelve y llama

Mi mama: buenas tardes, Policía Nacional.

Mi tio: Excúseme señorita, deben estar las líneas cruzadas (A veces  ocurría en ese tiempo que se cruzaban las líneas, es decir, uno marcaba un número y salía para otro)

Vuelve y llama

Mi mama: Buenas tardes, Policía  Nacional.
Mi tío: señorita discúlpeme que pena, estoy tratando de llamar a mi mamá y me está saliendo la llamada para allá... ELVIRAAAA (llama a su esposa, que nada tiene que ver en el asunto), mira a ver que esta pasando con el teléfono, que estoy tratando de llamar a mi mamá y me sale la llamada para la policía Nacional.


NEGANDO A LAS NOVIAS DE MI TÍO ALVARO.

Otro hermano de mi mamá, mi tío Alvaro, estaba esperando la llamada de una novia. Antes solo había un teléfono en la casa, y todas las personas dependían de ello, así que la familia se ponía de acuerdo para que a unos los llamaran a una hora, y a otros a otra, incluso se encargaban entre sí que si a alguno lo llamaran, pues que le avisaran.

Así pues, que mi tío Alvaro esperaba una llamada importante de su novia, y contesta mi mamá.

Mi mamá atiende a la novia, habla con ella, pero le dice que su hermano Alvaro, que tenía enfrente esperando, no estaba. A mi tío Alvaro le decía que la llamada era para otro hermano, y se quedaba hablando un rato con la novia, y colgaba. La novia no le creía a mi mamá, esperaba 5 minutos y volvía a llamar, nuevamente contestaba mi mamá, y volvía a negar a mi tío Alvaro que tenía enfrente, y a este, le volvía a decir que era de otra persona. La novia esperaba 10 minutos y volvía a contestar mi mamá con el mismo resultado. Mi tío Alvaro se iba para la calle aburrido, llegaba a visitar a su novia y le reclamaba que se había quedado esperando su llamada, y ella le contestaba que si lo había llamado 3 veces, y que había hablado con la hermana Carmen, un buen rato, y que ella le decía que no estaba. Mi tío Alvaro le decía  pero ¿Cómo que no estaba si me tenía enfrente y me decía que estaban llamando a otra persona?

Mi tío Alvaro que tenía varias novias en su momento, hacía varias visitas, y también le decían que lo habían llamado varias veces, y que contestaba su hermana, y ella decía que no estaba, y que se quedaban hablando con ella.

Alvaro: ¿Carmen que me estuvieron llamando y que tú contestabas y le decías que yo no estaba?
Carmen: Tu estas loco, a ti no te ha llamado nadie.


EL POBRE KIKE

Enrique Del Valle, vecino de toda la vida de mis abuelos,  hablaba gopeado como buen cartagenero, por eso, no le decía a mi mamá Carmencita, sino Canmencita. Una gran persona en todo caso.

Estaba mi tío Raúl, un hermano de mi mamá estudiando en Bogotá, y mi mamá y mi tía Piedad querían hablar con él pero no había plata para llamarlo por Telecom. Fueron donde Kike Del Valle, el vecino de al lado, e hicieron la llamada. Sale Kike al mes siguiente:

Kike: Canmencita, tu hiciste una llamada a larga distancia?
Carmen: No Kike como se te ocurre.
Kike: Es que me llegó una cuentona de teléfono. Pero yo ya estoy sospechando de dos vergajos, si hubieses sido tu no hay problema, pero deja que los voy a coger.
Carmen: ¡No Kike, qué abuso¡
Kike: Gente inconsciente Canmencita, esos deben ser algunos de esos vergajos del dominó que estaban jugando conmigo el fin de semana y seguro hicieron una llamada de media hora a Bogotá. Pero el problema es ¿Quién habrá sido el vergajo?

Kike, siempre le regalaba a mi mamá, comida, dulces. Una vez estaba mi mamá con un hambre, y mi abuela dejó unos patacones viejos mal parqueados en un sartén, y estaban duros, pero mi mamá se los estaba comiendo con un gusto, y pasa Kike y ve a mi mamá comiendo y le dice:
Kike: ooo Carmenncita que estas comiendo
Carmen: ay Kike, unos patacones, quieres?
Kike: Uy que rico, gracias Canmencita Le da mi mamá los patacones viejos a Kike.

Al rato le dice Kike, Canmencita esos patacones muy ricos de sabor, pero casi me parten un diente


SAMUELITO

Franklin Samuel, es un sobrino de mi mamá, de los más queridos y de los que compartió mucho con nosotros, es hijo de mi tía Piedad, y les pasó muchas cosas.


Llega mi mamá a la casa de mi abuela a las 2 de la  tarde y se encuentra con su sobrino Franklin Samuel:
Franklin Samuel: Hola tía
Carmen: Hola Samuelito, ¡Anda, mira como esta la sal en la terraza¡

Franklin se queda mirando... Y dice tía donde esta la sal?
Le explica mi tía Piedad (su mamá), Franklin Samuel, no es la sal, es el sol, es que tu tía le cambia las vocales.
Franklin Samuel: Aaaaa.


Franklin es de muy buen apetito y a diferencia mía, comía de todo y le daba hambre muy puntual a la hora del almuerzo. Mi mamá no era puntual a la hora del almorzar y comenzaba a cocinar a las 12, así que dependiendo del tipo del almuerzo, se podía estar almorzando a la 1 o a las 2, para Franklin esto era una tortura, se sentaba a las 12 en una silla en la cocina, porque tenía hambre, y le preguntaba a mi mamá: Tía yaaa? el no veía movimiento de cocina y se preocupaba más... Tía yaaa? y a esa hora, apenas mi mamá iba a comenzar a cocinar. Franklin Samuel sufría la hora o la hora y media que mi mamá cocinaba en la silla. 

Esa tortura de hambre también la sufrieron otras personas. En una ocasión mi mamá invitó a almorzar a Luis José, un tío de mi papá, el cuál también era muy puntual para el almuerzo. Eran las tres de la tarde, mi mamá estaba cocinando un sancocho, y eran las tres de la tarde y todavía no estaba la comida para servir. Este señor no aguantó más y se fue.

Otra que sufría mucho fue mi abuela Toña, que se quedaba en la casa los fines de semana con nosotros. Mi abuela hacía una siesta a las 11, se levantaba a las 12, y mi mamá le decía que iba a comenzar a cocinar. Mi abuela se volvía a dormir, se levantaba a la 1,  y mi mamá aún esta cocinando. Luego se levantaba a las dos y mi abuela ya desubicada con su horario le preguntaba a mi mamá, Carmen, ya yo almorcé?




CARMEN Y EL FUTBOL

Iba a jugar la selección, y mi mamá decía: A mi me encanta como juega la pabita, el pase preciso.

La gente quedaba fuera de foco y preguntaba: ¿y quien es la pabita?
Había que explicarles que era el Pibe Valderrama.



Estaban mis tíos y mi abuelo viendo un partido de la selección Colombia, y de repente.... Se iba la luz.
Hp, hp, hp. Se fue la luz.

Al rato, salían del cuarto y se daban cuenta que había luz en las otras casas
Era mi mamá que había bajado los tacos de la energía y se estaba riendo en la concina.

Si se fue la luz eléctrica, pero mis tíos siempre sospechaban que era mi mamá y en el fondo guardaban la esperanza de que fuera ella y no un apagón, para seguir viéndose el partido.


LOS RULOS DEL ABUELO ANSELMO.

En un medio día, mi abuelo le dijo a mi mamá, que lo sobara mientras hacía una siesta.
Mi abuelo se durmió, y mi mamá comenzó a peinarlo, y le puso unos rulos en la cabeza, bien apretados.

De pronto llega mi abuela Antonia, Anselmo te buscan...

Era un cliente que había citado mi abuelo en la casa a las 2 de la tarde.

Sale mi abuelo a lavarse la cara y se ve los rulos puestos en el espejo, y trata de quitárselos y no puede, porque mi mamá se los había enrollado bastante fuerte.

Y mientras tanto, el cliente esperando en la sala...

Mi abuelo afanado llama a mi abuela para que lo ayude: Antonia ven... Quitarme estos chismes...

Mi abuela se lo queda viendo y se echa a reír, y cómo te pusiste esos rulos.

Anselmo: Fue Carmen que me los puso, y yo me quedé dormido.

Mi abuela ayuda a mi abuelo a quitarse los rulos, le jala los pelos, le arranca otros, en medio de un forcejeo en el baño, y cuando ya logra quitarle todos los rulos, le dice: Anselmo tu tienes a esa pela hecha da a perder, eres un bobo con ella.


LAS FIESTAS CON CARMEN.

Mi tía piedad y mi mamá iban a una fiesta, con permiso hasta la 1.

Piedad: Carmen vamos que nos van a regañar, ya son las 12:30
Carmen: Otro ratico... Piedad.
Piedad: Carmen vamos que nos van a regañar, ya son las 12:50
Carmen: Otro ratico que está la fiesta sabrosa.
Piedad: Carmen ya nos van a regañar, ya es la 1:10
Carmen: Bueno, Piedad si ya nos van a regañar, para que nos vamos.


En una fiesta de mis tíos con conjunto vallenato incluido, uno de los invitados de mi tío era Gonzalo Noguera. El hombre se emborrachó y se quitó los zapatos. Mi mamá los cogió y se los escondió. El hombre se fue en medias para su casa, pues no los encontró por ninguna parte. Al día siguiente en la fiesta, el hombre fue apenado a la casa de mis abuelos a preguntar por sus zapatos, mi tío Manuel fue el encargado de atenderlo.

Gonzalo: Mañe, que pena contigo, ayer en la fiesta se me extraviaron los zapatos y no los pude encontrar, llegué a mi casa y me dieron una cantaleta, de que había votado los zapatos de la pea que tenía... mejor dicho que regaño tan grande por llegar en medias a mi casa.

Manuel: Hombre Gonza... déjame ver y hablo con mi mamá a ver si encontró los zapatos.

Mi tío Manuel habló con mi abuela, y no había noticia de los zapatos.

Manuel: Hombre Gonza... dice mi mamá que no los ha visto, pero que los seguirá buscando, vente mañana a ver si aparecen.

Gonzalo fue al día siguiente, y también al día siguiente, por sus zapatos, y nada que aparecían.

Mi tío Manuel  refirió el cuento en el almuerzo a todos en la familia. Y dijo, ya Gonzalo ha venido 2 veces, que está buscando sus zapatos que al parecer los dejó el día de la fiesta.

Mi abuela dijo: ajó y quién va a tener esos zapatos y yo ya hice aseo, y yo no encontré ningún zapato extraño.

Mi tío Raúl que conocía bien a mi mamá y quien ya estaba riéndose mucho, le preguntó: Carmen, tu tienes los zapatos de Gonzalo?

Mi mamá respondió: Yo se los escondí, porque se emborrachó y se quito los zapatos. Para que no lo vuelva a hacer en casa ajena.

Mi abuelo: Bien hecho hija... pero se los devuelves en dos días para que sea serio.


ESA MUJER SI ES BRAVA

En el tiempo en que se prohibió parquear en el centro de Santa Marta y que pasaba una grúa llevándose los carros, mi mamá seguía parqueando el carro en frente de la casa de mi abuela, donde se había prohibido parquear, y estando sentada en la casa de mi abuela, pues cuando llegaba la grúa, se montaba al carro y daba una vuelta y se volvía a parquear o si seguía la grúa molestando, pues se iba para su casa.

En cierta ocasión, mi mamá dejó el carro parqueado en la misma cuadra de mi abuela, pero en frente de un local donde se vendían electrodomésticos, y que era de un señor de apellido Deibi, hijo de un futbolista argentino que jugó en el Unión Magdalena y que tuvo una pizzería en Bavaria. Mi mamá le encargó al suegro de Deibe, que ella conocía, que si veía la grúa le avisara para llevarse el carro. La grúa pasó y se llevó el carro de mi mamá, y el señor se le olvidó avisarle. Mi mamá le dio insultó a ese señor tanto, que después de 20 años des suceso, yo que había estudiado con la nieta de ese señor, y que me invitó a su matrimonio, me encontré con ese señor después de muchos años, le dije mis apellidos, Abello Gual, y el me dijo, los Gual, claro yo los conozco, pero es especial una de las Gual, qué señora esa tan brava, esa señora es candela... una vez me metió una insultada, que ni le digo...    Yo le dije: Esa es mi mamá.


CARMEN Y EL SOL

Una de las cosas que descomponía a mi mamá era el sol. Para ella asolearse era lo peor del mundo, le molestaba quedar bronceada, se sentía morena, y eso para ella desde el punto de vista estético la molestaba. Por eso, siempre usó paraguas para el sol, y era prácticamente un artículo distintivo de ella, pues lo que no quería era verse morena.

En una ocasión mi hermana, se llevó a mi mamá para una grabación de una novela que hicieron en Santa Marta, y que necesitaban extras. La grabación comenzó a las 12 y terminó como a las 5, y para terminar de acabar se le quedó el paraguas. Mi mamá se ha asoleado y se bronceó bastante, estaba cabrera, se quejó por lo menos 2 semanas hasta que se le pasó la bronceada. Mi papá y yo nos reíamos, a mi hermana que era a la que culpaba, no le era tan gracioso. Pero mi papá y yo, muy a pesar de lo que ella decía, que se veía fea, hinchada e inflamada, si concluíamos que se veía más bonita bronceada, pero eso sí, preferíamos que se le pasara ese mal genio rápido.

En una ocasión también, tuvimos que hacer unas diligencias en el centro de Santa Marta a las 11 de la mañana, y me he llevado a mi mamá para hacer las vueltas. Parqueamos en el parqueadero de la Olímpica al lado de Cajamag, y teníamos que ir al centro de Santa Marta a varias cosas. El calor y el sol estaban en su máximo esplendor. Era la 1 de la tarde terminamos las vueltas, y mi mamá estaba que me mataba. Era precisamente de las 11 a las 2 de la tarde que ella evitaba salir para no asolearse, ni sudarse.


TIROTEO EN EL CEMENTERIO DE SANTA MARTA.

En una ocasión, mis papás fueron a dar un pésame porque se había muerto el papá de un amigo de mi mamá.

No lograron ir a la funeraria, y terminaron yendo al entierro en el cementerio. 

Mi papá se quedó conmigo en la entrada en el cementerio, me tenía cargado, y mi mamá entró al cementerio a saludar a sus amigos.

De pronto dos carros llegan al cementerio, uno persiguiendo a otro en medio de un tiroteo. Era un vehículo que se estrelló en un poste al lado de la entrada, a unos 3 metros de donde estábamos mi papá y yo. Y una camioneta con plafón que llevaba en el plafón a un hombre con una ametralladora disparando. Cuando mi padre escuchó el tiroteo se metió en la entrada del cementerio, y llevándome cargado, se escondió detrás de una columna, lo mismo hicieron todas las personas que estaban al rededor. En Santa Marta la guerra de los Cárdenas y los Valdeblanquez, había acostumbrado a los samarios a salir corriendo y esconderse para evitar una bala perdida.

Mientras que yo estaba con mi papá en la columna, y viendo como el tipo que estaba en el plafón de la camioneta acribillaba al tipo que se había estrellado en el poste, alcancé a escuchar el grito: ¡CORRAN QUE ESTO ES UN TIROTEO¡

La situación era un caos, porque en efecto habían el tipo de la ametralladora venía disparando en contra del carro de la víctima desde muchas cuadras, y luego de que chocó el vehículo con el poste, siguió disparando, así que se escucharon muchas ráfagas.

La gente corría de un lado a otro en el cementerio, se ocultaba detrás de las bóvedas de los muertos, muchos se metieron en bóvedas y las abrieron. Y otros como mi mamá, se volaron las rejas y las paredes del cementerio para escapar a la calle, pues la gente pensó que el tiroteo se iba a meter en el cementerio.

Luego de que se acabó el tiroteo, mi papá, salió corriendo al interior del cementerio buscando a mi mamá. Nosotros habíamos visto cómo el asesino remató a la víctima (Monche Barros) y se había ido huyendo en la misma camioneta como llegó. 

Buscamos a mi mamá por todo el cementerio, le preguntamos a varios conocidos, y nos dijeron que sí la habían visto, pero que no sabía donde estaba. Mi papá se cansó de buscarla en el cementerio y decidió ir a la casa de mis abuelos, esperando que hubiera podido llegar allá, que quedaba más o menos a cinco cuadras, en ese tiempo no existían los celulares, así que no había una forma inmediata de ubicar a una persona.

En efecto, mi mamá estaba sentada en la terraza en la casa de mis abuelos, en un mecedor. Se había volado la paredilla del cementerio con tacones, con vestido, con la ayuda de un amigo Gabrielito, salieron corriendo por la calle, y llegaron a la casa de mis abuelos. Todo ello en un ataques de nervios, donde mi mamá fue la que gritó, la que hizo que todo el mundo saliera corriendo, y que hizo a varias personas, entre ellas a su amigo Gabrielito, a saltarse una paredilla de más de 2 metros de alto.


CLARO Y LA PASTILLITA CURATIVA.

Estábamos de vacaciones en Panamá, nos habíamos quedado en el apartamento de mi tía Piedad. Mi tía piedad tenía un cuñado de nombre Claro, que llegó a visitar al medio día, y se puso a hablar con mi mamá. Y le dijo que se sentía como mal, como inflamado, y mi mamá, le dijo, mira yo si te veo como inflamado, es como si estuvieras reteniendo líquidos, yo tengo una pastillita muy buena, que te puede servir y te puede aliviar ese malestar. Fue al cuarto, sacó la pastilla y se la dio Claro, sin advertirle cuales eran los efectos de dicha pastilla.

En la noche, en la casa de mi tía Piedad se organizó un juego de cartas, estaban jugando mi tío Franklin, mi mamá, Claro y otro hermano de mi tío Franklin. La partida de cartas se suspendía y se suspendía en  todo momento, porque Claro tenía que ir al baño. En la mesa de juegos se decía, ¿a quién le toca? A Claro, ¿y donde está? en el baño. Hasta que mi tío Franklin le preguntó: Claro ¿Qué te pasa? así no podemos avanzar en el juego, cada vez que te toca jugar, estás en el baño, no le prestas atención ni al juego.  Claro respondió: Joda Hermano, qué pena con ustedes, pero no sé que me ha dado, y me la he pasado todo el día en una meadera, que voy cada quince minutos al baño, y son chorros y chorros, y a pesar de que orino bastante, a los quince minutos me vuelven a dar unas ganas, que no las puedo ni aguantar porque me meo... ya yo estoy preocupado... yo creo que mañana me va a tocar ir al médico. 

Mi mamá que lo escuchó, estalló en risa, pero no fue capaz de decirle que la pastillita que le había dado al medio día era un fuerte diurético, que era lo que lo mantenía con esas ganas de orinar incontenibles, así que le dijo a mi tía piedad, para que mi tío Franklin su esposo, le dijera a Claro, su hermano, que la pastillita curativa era un diurético, y que no tenía que preocuparse, porque sus efectos no duraban más allá de un día.

Claro, descansó porque en verdad pensaba que se había enfermado, no se molestó y todo el mundo se rió del tema, y el a los dos días pidió otra pastilla, porque le había ayudado bastante según él con la retención de líquidos.


CARMEN LA MAESTRA DE LAS DESCOMPOSICIONES.

Mi mamá se disfrutaba a los sobrinos, y a los niños en general, y una de las cosas que le gustaba era ponerlos a cantar.

Y armó un coro con todos sus sobrinos mayores: Anselmo José, Mónica, Lina, Claudia, Raúl Eduardo y Carlos Enrique, y los puso a cantar una canción, que la descompuso para mi, y decía:

"Bebé, Bebé, Bebé. 
Por otro bebé me dejó.
Que cruel es el destino
Y duro el camino
Pero yo le sigo cantando al bebé."

La canción fue aprendida muy bien por todos sus sobrinos, y cuando llegó mi abuelo del trabajo, estaban todos listos para sorprenderlo con semejante descomposición. Y cuando abrió la puerta de la casa, encontró a sus seis nietos cantando a pulmón herido dicha canción.

Anselmo (Abuelo): Mija... yo esa canción la conozco, y tú le cambiaste totalmente la letra. Esos pobres pelaos están orgullosos de cantar semejante desastre músical... me duelen los oídos.

Carmen: Ven y les digo que te la canten otra vez, que con la práctica ellos van mejorando.

Anselmo: Nooooo



Mis abuelos tuvieron unos vecinos, eran de apellido Zorro Aycardi, la esposa era prima de mi papá, y mi mamá los conocía como vecinos. 

Uno de los hijos de eso vecinos, se acercaba mucho a mi mamá, ella estaba soltera y el niñito jugaba en la terraza, y jugaba con mi mamá. En uno de esos juegos, mi mamá le enseñó un trabalenguas: Zorro, zorrito, zorrazo, aquel me hizo pedacitos y tu me hiciste pedazos. Y el niñito se la aprendió muy bien.

Cuando llega el papá del trabajo como a las 5 de la tarde, pasa y saluda a mi mamá, y agarra al nene de la mano, y le dice el niñito, papá me acabo de aprender un trabalenguas. Y el papá le dice, que bien hijo y cómo es? y comienza el niñito: "Zorro, zorrito, zorrazo, aquel me hizo pedacitos y tu me hiciste pedazos." y el papá llega y muerto de la pena, sin saber que quién se lo había enseñado era mi mamá, le dijo: "Ve que pelao pendejo Nojoda, qué zorrito, ni que zorrazo, no ves que el apellido de nosotros es Zorro. Mejor cállese y vámonos para la casa. Este pelao si  es bobo, la hace a uno pasar es pena."


CARMEN Y LOS APODOS

Mi mamá le encantaba ponerle apodos a la gente, sobre todo a la gente que más quería, la más cercana, y era su firma:

Hermanos:

Manuel: Compae Manola.
Anselmo: No tenía como tal un apodo pues le decía Chemo como los demás, pero lo asociaba como "El espíritu de contradicción"
Berta: Santa
Raúl: Tabaquito.
Alvaro: La cachaca.
Piedad: No tenía apodo.


Sobrinos:
Karina: Telecarranza.
Luchy: La changa.
Milena: Malano.
Carlos Enrique: Carlota.
Rosana: Rosa vieja.
Margarita Rosa: Rosa nueva.
Claudia: La Tollita.
Lina: Lanao
Mangie: Manyó
Franklin Samuel: Samuelito

Primos:
Javier: Zabita.
Enrique: Enriqueta.
Agustín: Tin.

Cuñados:
Franklin: Francisco
Mercedes: Marchan


CARMEN Y LA QUERELLA DE POLICÍA.

Mi mamá era una fiera cuando nos protegía a mi papá, a mi hermana y a mi, y era bien brava. En una ocasión estaba yo en Bogotá, y me llama mi mamá por la noche.

Carmen: Jorge Arturo, ¿Qué es una querella?
Jorge Arturo: Mami es una denuncia que se coloca ante la policía y busca que a otra persona le pongan una caución. Sobre todo por agresiones menores.
Carmen: Ah... Es que me pusieron una querella.
Jorge Arturo: ¿Y por qué te pusieron una querella?
Carmen: Es que una niñita se ha puesto a decir una cantidad de barbaridades sobre mi hermana en el Colegio, y yo me la encontré en la calle, con la mamá, y la voy encarando, y le dije un poco de cosas, y la niñita me iba a alzar la voz, y yo le pegué su pescozón en frente de la mamá. Y ahora me están citando a una estación de policía por una querella que puso la mamá.
Jorge Arturo: Y de esto por qué no me habían dicho nada? Bueno te toca ir a la cita, no tienes que decir mucha cosa, te colocan una caución para que no te vuelvas a acercar a la niña, ni le vuelvas a pegar y listo. Debes decir, que estabas defendiendo a tu hija por un poco de calumnias que estaba diciendo la niñita en el Colegio, pero la caución es justificada y el compromiso es que no lo vuelvas a hacer.

La niña no volvió a meterse con mi hermana, afortunadamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL SÍNDROME DE PETER

El síndrome de Peter.  Psicologo: buenos días, John de que vamos a hablar?  John Alejandro: ah yo no se doctor, si usted no sabe, menos yo, ...