Tres años extrañándote, aunque no me hablarás me decías todo cuando me mirabas.
Qué falta me haces, nadie como tu para hablarme y para impulsarme a todo, pero todo lo guardo bien en mi mente y en mi corazón, tu sangre aun corre por mis venas.
Y aquí estamos mi hijo y yo, que miramos al cielo cuando buscamos una luz de esperanza y una madre y una abuela que está por ahí viéndonos
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