El hogar debe ser el refugio de todo guerrero, me decía un gran amigo, y en definitiva, tenía razón.
En el trabajo y en la calle, nos toca enfrentar, retos, riesgos, ataques físicos y de palabra de varias personas, enemigos gratuitos que a veces no sabes de donde salen, en fin, problemas y más problemas, a algunos le encuentras solución a otros no.
Cuando cae el día y quieres descansar, necesitas calma, necesitas un refugio para tanta lluvia, pero hay quienes llegan a su hogar y encuentran otro campo de batalla, y llegan a un techo con goteras.
Las personas reaccionan muchas veces agresivamente en sus hogares, de acuerdo con los ánimos que hayan tenido previamente en el trabajo. El estrés y la ira acumulada de todo el día, a veces son las principales razones de las discusiones entre parejas, que a veces actúan de manera inconsciente, descargandose con el otro de forma injusta.
Si venir del trabajo estresado ya es un detonante para discusión, cuando las parejas están en crisis, y saben que llegan a sus casas a discutir, la situación se vuelve caótica y si es recurrente o cotidiana, es verdaderamente insoportable. El hogar se vuelve otro campo de batalla, y quien no descansa de tanta lucha, o tiene un rato de paz, se vuelve agresivo, siempre está a la defensiva y se vuelve incluso paranoico, reaccionando de manera desproporcionada, a cualquier mínima provocación.
Lo recomendable en estos casos es:
Dejar el trabajo en el trabajo, aprender a Diferenciar el ámbito laboral del familiar.
Entender y darse a entender, de que alguien tuvo un mal día o esta pasando por una mala racha, sin que ello llegue a justificar el maltrato y la violencia.
Amar a su hogar y a su pareja por encima de todo, ellos son su refugio, su remanso y su apoyo, y no se le pueden tirar piedras al árbol qué mas te da sombra.
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