CAPITULO IX EL ESCAPE DE TENERIFE.
María: José Joaquín, somos
cinco mujeres, mi hija y yo y mis tres criadas, que tampoco las puedo
abandonar, además nos serán de mucha utilidad en Cádiz.
José Joaquín: Bueno, no tengo
problema con eso… aunque allá en Cádiz tengo varias criadas.
María: José Joaquín ¿ya vamos
a discutir? No nos hemos ido de Tenerife, no sabemos donde vamos a vivir en
Cádiz, y se supone que voy a montar una panadería, ¿y no voy a tener mis
criadas que han trabajado conmigo durante diez años?
José Joaquín: No… no… yo nada
más decía… por si alguna sufre de mareos en el viaje…
María: Lo que me espera en
Cádiz… Victoria por favor, que las
criadas vayan empacando y que le pongan cerrojo a todas las puertas, hoy es una
noche muy peligrosa.
José Joaquín: Tenemos cuatro
soldados haciendo guardia afuera, y nosotros estaremos pendientes si algo pasa,
pero sí, tienes razón, a partir de hoy estamos en un alto riesgo. Tengo que
coordinar con la tripulación, cuando estaremos listos para zarpar, porque la
tripulación no está completa, y hay que ver si necesitaremos contratar hombres.
Mañana José Antonio, Manolo y Victoria saldrán para la casa del señor Bertonio
para acordar la venta de la panadería y de la casa, luego tendrán que ir al
barco a hablar con Isidoro, para ver qué necesitamos para poder zarpar, supongo
que hay que comprar alimentos y agua, para el viaje; pregunta si hay
reparaciones pendientes en el barco y los impuestos pendientes de pagar.
Necesitamos buen clima y buen viento para poder zarpar y no tener riesgo que
nos intercepten en el mar. María ¿Cuánto tiempo necesitas para empacar?
María: Creo que un día, por
víveres y agua, no habrá problema, en la panadería tenemos los mejores
alimentos y suficiente agua, el problema es llevar nuestras cosas al barco y el
tiempo que demore para vender la panadería y que me paguen.
José Joaquín: Es cierto, no
será tan fácil toda la logística para zarpar, vamos a necesitar por lo menos
tres días.
José Antonio: La verdad no
veo, este tema tan sencillo. Pienso que por lo menos tenemos dos días de calma,
mientras los piratas se enteran de lo que ocurrió con los suyos el día de hoy,
y mandan a otros para reemplazarlos. No creo que nos ataquen ni hoy, ni mañana,
pero pasado mañana, ya tenemos que ser mas cuidadosos.
José Joaquín: Otro tema
importante… no podemos ir muy cargados, por si acaso los piratas nos tratan de
interceptar en el mar, podamos poner todo el velamen y escaparnos, el barco que
ellos tienen es muy rápido. José Antonio, cuando estés en el barco con Isidoro,
asegúrate que esté en buen estado para navegar, si hay que hacer reparaciones
que las hagan, necesito que ese barco esté en el mejor estado posible.
José Antonio: Hay otro punto
que me preocupa… no tenemos recursos… ya se nos acabaron las reservas, y si hay
que pagar impuestos, vamos a necesitar dinero.
José Joaquín: Habla también
con Isidoro, por regla general todos los barcos tienen unas reservas de dinero
para pagar a los marinos, y pagar impuestos, el Capitán debió haber dejado
algunos recursos. En todo caso, nos tocará vender algunos cupos de mercancía o
pasajeros para financiar lo que nos haga falta del viaje.
María: Bueno… si es por
recursos, yo te puedo aportar de la venta de la panadería, pero no abuses…
Cállate Victoria no vayas a decir nada… yo sé lo que estás pensando.
Victoria: Después no me digas
que no te lo advertí.
José Joaquín: Espero no
necesitarlo, pero gracias… te prometo de requerir tus recursos te los devolveré
en Cádiz. En todo caso, aún así podemos acudir a los judíos… pero bueno. Por ahora tenemos dos puntos que debemos
proteger de cualquier ataque, y son la panadería y el barco. Me preocupa que
ataquen la panadería antes de que logremos venderla, o que le prendan fuego al
barco antes de que zarpemos… no tenemos mucho tiempo… y si vamos a zarpar
necesitamos irnos con la mayor sorpresa que podamos, para evitar que nos
intercepten en el mar. Igualmente, en el momento en que comencemos a llevar las
cosas de María y de Victoria para el barco, tenemos que cuidarnos pues en el
camino de la Panadería al barco nos pueden atacar. Vamos a necesitar de toda la
tripulación… mañana me iré a primera hora para el barco y me reuniré con la
tripulación, nuestra seguridad y la de ellos, depende de que todo salga bien.
José Antonio: Y tienes que
adiestrar bien a Isidoro, que no vaya a salir con los ocho pasos para limpiarse
el culo, en medio de un ataque pirata.
José Joaquín: Ni lo permita
Dios… eso va a ser uno de los problemas más grandes. Pero me pregunto… Manolo…
¿qué es mejor? Transportar los víveres y las pertenencias de María y de
Victoria en el día con toda la gente presente ¿o en la noche? Y ¿Qué será
mejor? ¿Zarpar en la madrugada o en la noche? Tenemos mucho riesgo por delante…
Manolo: Señor… pienso que
para atacar siempre es mejor en la noche… pero para defenderse es mejor en el
día… para los piratas será más difícil atacarnos en tierra en el día, con toda
la gente en la calle y los soldados patrullando… En la noche es más fácil para
el atacante planear una emboscada. Y para zarpar… también prefiero ver de donde
sale el barco pirata a encontrarme con el de frente y de sorpresa, en plena
oscuridad.
José Joaquín: Tenéis toda la
razón mi querido amigo… es mejor para los defensores pelear a plena luz… a
menos que tengas que dejar que el enemigo entre para enfrentarlo en la oscuridad
en terreno conocido. Igual… para transportar las cosas de la panadería al
barco, propongo utilizar tres caminos para despistar, y necesitaremos apoyo en
cada una de las rutas. Será absolutamente necesario que sepamos donde está
nuestro enemigo, para que no nos tome por sorpresa, Manolo, tú serás el
encargado de esa tarea, eres el único que tiene experiencia militar para ello.
José Antonio: Pero tío, no
siempre tenemos que estar a la defensiva… deberíamos estar pendiente de ubicar
a los piratas y atraparlos antes de actúen, así nos podemos ganar unos días…
Por ejemplo, ahora… pienso que gracias a que capturamos a los piratas, tenemos
un par de días para poder arreglar el barco y transportar la mercancía, el
problema es que si dejamos que los piratas nos ataquen, serán ellos los que
tendrán el factor sorpresa.
José
Joaquín: Es cierto, pero también es muy arriesgado José Antonio… Mira que no es
tan fácil atrapar a los piratas… nosotros contamos con suerte, y aún así,
mataron a dos soldados… y ello fue así porque al ver a los soldados, los
piratas se centraron en matarlos, y se descuidaron de nosotros, y ahí fue donde
los sorprendimos… los piratas vieron el mayor riesgo en los soldados y por eso
los mataron, y nunca se esperaron que nosotros los venciéramos y los
atrapáramos. Solo espero contar con la ayuda de la guarnición para podernos
proteger… los piratas son muy peligrosos y están dispuestos a todo… bueno…
Manolo, por ahora tu misión es recorrer los caminos de la panadería al barco y
avisarnos si hay piratas. Una vez, Manolo nos diga que no hay moros en la
costa, un grupo de seis personas irá a llevar la carga al barco, por la ruta
que diga Manolo, y tendrá que haber tres o cuatro personas más de respaldo, y
que irán a distancia custodiando, y que reaccionarán en caso de que se presente
un pirata. José Antonio por favor… encárgate de las reparaciones del barco, y
una vez termines, acompaña a Victoria a todas las diligencias que tenga que
hacer… Igualmente Victoria… tu estarás encargada con tu madre del transporte de
toda la carga para el barco, que la carga más pesada y grande, sea transportada
mañana, que aún es un día tranquilo. Ahora… todos a dormir… que mañana nos
rinda el día.
Esa noche ninguno durmió… el
silencio más que calma, era desesperante para los pensamientos de todos.
Grandes cambios venían en el futuro, pero todo dependía de como sortear los
riesgos en el presente.
Al llegar la madrugada, todos
desayunaron y se dispusieron a realizar todas las tareas asignadas.
José Joaquín fue al barco
bien temprano, le habló a toda la tripulación, asumió como capitán del barco, y
realizó la asignación de las funciones a toda la tripulación. Isidoro quedó
como segundo al cargo, pero se le encargó la labor de custodiar los viajes de
la carga de la panadería al barco, junto con dos marineros más, bien armados
con sus respectivos garrotes. Le encargó al piloto que fuera y que buscara
clientes para llevar carga o pasajeros a Tenerife. Y le advirtió a toda la
tripulación, que de no actuar con cautela y sigilo, su vida se podría en
riesgo, así que había algún miembro de la tripulación que no estuviera
dispuesto a seguir sus ordenes que tenía libertad para irse en ese momento. En
todo caso, dos de la tripulación desertaron en ese momento. Así que también se
le dio orden al piloto para que reclutara a por lo menos cinco marinos para
reemplazar a los muertos y a los que se habían ido por voluntad propia.
Por su parte José Antonio
acompañó a Victoria a hablar con el señor Bertonio para la venta de la panadería.
El señor Bertonio estaba ofreciendo la mitad del precio de la panadería, por lo
que Victoria no aceptó la oferta, así que tuvieron que ir a donde dos personas
más, y tuvieron que ir luego a donde dos personas más, hasta que lograron un
precio justo, presionando a unos con otros con la oferta de los primeros. José
Antonio aprendió esa mañana sobre el arte de negociar con Victoria. Nunca antes
había peleado tanto con los precios. Victoria lo llevaba como un niño a todas
partes y le decía que tenía que decir, cómo tenía que actuar, ella era la que
llevaba el mando de la situación, pero José Antonio le seguía el juego.
Fueron cinco negociaciones bien
intensas, al final, a uno le vendieron un horno, al otro le vendieron las mesas
y las sillas, al otro le vendieron la casa, y al otro le vendieron los platos y
las ollas. Todo se vendió a buen precio y lograron vendiendo las cosas por
separado obtener más dinero de lo que habían pensado. Los acuerdos se lograron
en la mañana, y los pagos se hicieron por la tarde. La entrega de las cosas, se
hicieron por la noche. Al final del día todos los compradores se llevaron sus
cosas, excepto el que compró la casa, así que, ese día ya no había panadería,
no había horno, no había platos, y hasta las camas se había vendido. Así que
esa noche todos durmieron en el suelo.
José Joaquín: Válgame Dios… pero
esta niña ha vendido hasta las almohadas… que no ha quedado nada ni para
recostarse…
María: Pero ahí tienes, más
efectiva que un hombre, para las ventas… tenemos el doble de dinero que nos
ofrecían inicialmente, y hasta un poco más. ¿Victoria y cuando hay que entregar
la casa?
Victoria: Bueno… eso sí va
estar un poco más complicado, porque me dieron dos días para irnos…
José Joaquín: Ah bárbara…
Virgen de los agarraderos… pero tu no te acoges a ningún plan…
María: José Joaquín, deja el
drama… la niña todo lo ha hecho bien… tenemos es que acelerar el paso… dile a
las criadas que hoy tiene que quedar todo empacado… y tú, dile a tus marinos
que hoy tendrán que trasladar todo hasta el barco, y así es mejor… como dijo
José Antonio… tenemos uno o dos días tranquilos, antes de que esos piratas
comiencen a molestar otra vez.
Luego por la tarde, José
Joaquín fue a ver a las autoridades con Isidoro, para ver cuanto se debía en
impuestos para poder zarpar. Lograron pagar reuniendo lo que tenían en el
barco, y con parte de lo que les habían pagado a Victoria y a María por la
Panadería.
María: ¿Te das cuenta José
Joaquín? Qué hubiese pasado si Victoria no negociaba la panadería como lo hizo,
no tendríamos cómo pagar esos impuestos y no nos hubieren dejado zarpar en paz.
José Joaquín: Ya… Ya tienes
razón… la niña hizo lo correcto…
José Antonio por su parte,
inspeccionó el barco, y encontró dos fugas en el casco y dos velas rotas. Tocó
comprar madera y velas, para hacer los arreglos. Nuevamente con dinero
conseguido de la venta de la panadería.
Victoria: Mira mamá… nos han
tocado todos los gastos… espero que de verdad nos lo devuelvan.
María: Hija mía… de verdad…
con el solo hecho de sacarte de esta isla, pagaría cualquier precio… ya nos
arreglaremos nosotras, pero de verdad no podemos seguir en este lugar, y mucho
menos con lo que nos hicieron con la santa inquisición.
José Antonio estuvo parte de
la tarde y hasta las 7 de la noche haciendo las reparaciones en el barco con
los marinos, hasta que terminaron y el barco, ya estaba listo para zarpar. Por
su parte, Victoria y las criadas, con ayuda de los marinos, llevaron en la
tarde la carga más pesada y grande al barco. Al ver Victoria cómo trabajaba su
primo, con la madera, dando órdenes y organizando a la gente, lo admiró con
respeto, y se dirigió a él, en un pequeño momento.
Victoria: Debo reconocer que
me había equivocado… detrás de ese sinvergüenza y descarado que padece de incontinencia
verbal, hay un hombre que sabe de su trabajo.
José Antonio: ¿Te refieres a
mí? No te engañes, de sinvergüenza y descarado aún no has visto nada, y de
trabajo… bueno… creo que si me estás confundiendo.
Victoria: Definitivamente el
descaro es lo tuyo… vamos vago... termina rápido tu trabajo que nos queda solo
un día.
José Antonio: Mira lo que me
regaló uno de los marinos, una honda. Mi tío me enseñó a cazar y a pescar con
una cosa como esta.
Victoria: A ver préstame…
Tomó la honda, una pieza de
madera vieja y la disparó en contra de unas gaviotas que estaban cerca del
barco, dándole a una.
José Antonio: ¿Y cómo es que
sabes disparar una honda?
Victoria: Mi madre me enseñó,
me contó que le había enseñado un buen amigo… supongo ahora que tuvo que ser tu
tío.
José Antonio: Bueno… mi tío
decía que era una de las armas más antiguas y que tenía mucha utilidad… que era
mejor que una pistola porque puedes disparar y cargarla más veces, y es más versátil
que el arco, porque puede disparar todo lo que se encuentre a su alcance…
Victoria: Y supongo que
también te enseñó, que en una pelea, debes mantenerte a distancia del oponente,
disparar la primera vez en el torso para no fallar y la segunda, cuando se
retuerza del dolor…
José Antonio: En la cabeza…
definitivamente sí fue mi tío el que enseñó a tu mamá. ¿Y sabes qué? No sería
tan mala idea tener varias hondas listas, ya que no tenemos ni una pistola, con
tanto pirata que hay por ahí. Ya las voy a mandar a hacer.
*******
Las cosas hasta el momento
marchaban bien, incluso se podría decir que estaban muy adelantadas.
María: José Joaquín, ya hemos
empacado todo, y gran parte de la carga ya se encuentra en el barco, incluso,
si pudiéramos irnos antes sería muy bueno.
José Joaquín: mmm, ¿y para que hacemos un plan si no lo
seguimos?
María: Ustedes los hombres
planean todo, y son muy predecibles, si nos vamos antes, estaremos más seguros.
José Joaquín: Partir antes sí
sería bueno… pero en la noche no lo creo tan seguro.
María: Bueno, entonces
zarpemos mañana lo más temprano posible.
José Joaquín: La tripulación
esta exhausta, por tanto trabajo, y nos falta contratar algunos marinos.
También tenemos que esperar a algunos pasajeros que ya nos contrataron para
llevarlos a Cádiz.
María: José Joaquín, por
favor, partamos lo más pronto posible, cada día que pasa me pongo más nerviosa,
y de verdad que temo más que todo por la vida de mi hija.
José Joaquín: Nuestra hija
dirás… Bueno mañana haré todo lo posible porque partamos.
Al día siguiente…
José Joaquín se dirigió a
todos los que aún dormían incómodos en el piso de la casa, para decirles que
hoy había que hacer todo lo necesario para zarpar en la mañana, que por favor,
llevaran todo lo que faltaba para el barco y que no se les olvidara los
alimentos y el agua. Todos comenzaron a hacer sus labores para lograr el
objetivo.
Sin embargo, cuando todo
estaba listo para que la caravana partiera al barco, se oyeron unos cañonazos en
el puerto…
José Joaquín: Eso viene de la
plaza y el puerto, Manolo por favor acércate con cautela y averigua que está
ocurriendo, los demás estemos listos para ver si podemos irnos con la carga
para el barco.
María: Solo faltan los
alimentos y el oro…
José Joaquín: Lo más
importante… los alimentos…
Manolo fue y regresó a los diez
minutos muy agitado.
Manolo: Señor… piratas… me dijeron
que la guardia iba a colgar a los piratas que atrapamos, y aparecieron de la
nada otros, y se armó un zafarrancho… los liberaron y mataron como a 10
soldados, la gente corre por todos los lados a resguardarse…
María: José Joaquín ¿Qué
vamos a hacer? Te dije que era mejor irnos anoche.
José Joaquín: No estábamos listos
María, la tripulación no estaba completa y los marinos estaban muy cansados
para todas las labores de zarpe. Pero bueno… ahora tenemos a esos piratas en tierra…
Señores prepárense, tenemos que salir de aquí y llegar al barco. Divídanse en tres
grupos, cada uno tomará una de las rutas que hemos señalado para ir al barco.
Dividan la carga en tres, los grupos que lleguen al barco no miren atrás, y preparen
a la tripulación para zarpar, esperen un momento, y si ven que no llegan,
tendrán que partir sin los otros. Preparen garrotes, cuchillos y todo lo que
les pueda servir para luchar, prepárense para el zafarrancho. María tu vienes
conmigo… José Antonio y Manolo van con Victoria… Hijo mío… cuídate bien… y por
favor cuiden a Victoria con tu vida… te lo pido…
Victoria abrazó a su mamá… y
al escuchar lo que le dijo José Joaquín a José Antonio y Manolo, se le lanzó a
José Joaquín con un abrazo, y le dijo: Papá protege a mi mamá y llévala al
barco con nosotros… confío en ti. Se despidieron con los ojos encharcados de
lágrimas conscientes que podía ser la última vez que se vieran.
Así las cosas, se dividieron
en tres grupos de siete, dos grupos llevaban comida y agua, y el tercer grupo liderado
por José Joaquín y María iban con el oro. Uno iba con una carreta tirada por un
caballo y los demás iban con carretillas cargadas por personas.
El grupo de José Antonio,
Manolo y Victoria, comenzó su travesía con cuatro miembros de la tripulación,
iban corriendo.
El grupo de María y José
Antonio tuvo que esperar, por el comprador de la casa para entregarle las
llaves.
El tercer grupo, tenía que
pasar por una posada, para recoger a dos pasajeros que habían pagado el pasaje,
pero no tenían ni idea de los perseguidores de sus transportadores.
En la ciudad había mucha
gente corriendo, había humo… el barco pirata había descargado una andanada de
cañonazos para distraer a la guardia, y se había ido a todo trapo del puerto,
mientras que sus secuaces en tierra atacaban en la plaza para liberar a sus
compañeros. Fueron treinta cañonazos que estremecieron el fuerte y varias
partes aledañas de la ciudad. En la
plaza, los piratas que habían atrapado dos días antes, ya habían sido juzgados
y condenados a muerte. Los iban a colgar, y cuando se disponían a subir a la
tarima de ahorcamiento, se escucharon los cañonazos del barco, que tomaron a
toda la guardia por sorpresa, pues había avistado el barco, pero no lo habían
identificado como un barco pirata, además, la mayor parte de la guardia estaba
concentrada en la plaza donde iban a ahorcar a los piratas. Cuando los soldados
del fuerte quisieron cargar los cañones, ya los piratas habían girado el barco
y se encontraban fuera del alcance de los cañones del fuerte, al que castigaron
con varios cañonazos, hiriendo a varios soldados. Mientras en la plaza, cuando los soldados
escucharon los cañonazos, el capitán dio la orden a varios soldados que se
fueran inmediatamente a reforzar el fuerte. Cuando algunos soldados salieron
corriendo en dirección del fuerte, los piratas atacaron por sorpresa matando a todos
los soldados que tuvieran cerca, pasándolos a cuchillo, generando una
carnicería que los civiles al ver salieron corriendo. El capitán de la plaza
ordenó a todos los soldados que se reagruparan en una zona de la plaza para
evitar ser masacrados y poder reaccionar al ataque. En ese momento varios
piratas ayudaban a sus compañeros condenados a liberarse y salieron corriendo
de la plaza, mientras que otros disparaban pistolazos, para hostigar a los
soldados y cubrir la huida. Luego de liberar a sus compañeros, y matar como 15
soldados a cuchillo, salieron de la plaza, para reagruparse.
Jean Pierre, el Capitán pirata
reagrupó a sus hombres en una calle, y le pidió a los liberados que lo llevaran
a la panadería de María los más pronto posible. Se dividieron en dos grupos, el
grupo más grande iba con él a la Panadería, y el segundo grupo, debía ir al
barco para evitar la huida.
Mientras tanto…
José Antonio, Manolo y
Victoria, corrían en medio de la multitud hacia el barco. Cuando divisaron el
barco en el puerto, comenzaron a escuchar disparos. Eran los piratas que seguían
al otro grupo, donde los pasajeros gritaban asustados mientras que lograron
subir al barco.
Eran unos diez piratas que a
las afuera del barco, venían persiguiendo la carreta de los pasajeros, cuando
se los toparon de pura casualidad. Y los marinos que iban custodiando la
carreta hicieron correr al caballo y lograron escapar, y llegar al barco como
pudieron.
Los piratas se formaron a las
afueras del barco para abordarlo, y se dispusieron a cargar sus pistolas. La
tripulación quitó el puente y se dispuso a repeler el abordaje. Pero cuando los
piratas estaban cargando sus pistolas, una andanada de piedras llovió sobre
ellos, desde sus espaldas. Era el grupo de Manolo, Victoria y José Antonio que
les disparaba con sus hondas. Los siete del grupo arremetieron contra los
piratas golpeándolos inclementemente con las piedras. José Antonio y Victoria
pusieron en práctica la táctica de combate de José Joaquín, primera piedra al
cuerpo, la segunda a la cabeza. Los piratas abrumados no pudieron reaccionar,
apedreados por los hondazos y luego apaleados por la espalda por los otros marineros
que los golpearon con sus garrotes, no pudieron ni disparar un solo pistolazo.
El factor sorpresa fue fulminante. La tripulación del barco, colocó nuevamente
el puente y bajo a tierra para ayudar a sus compañeros amarrando a los piratas malheridos.
Victoria preguntaba si el
grupo de sus padres había llegado, pero Isidoro le contestó que no. Esperaron
un rato pero nada que llegaban. Al rato llegaron un pelotón de soldados que agarraron
a los piratas.
Por su parte José Antonio, Victoria
y Manolo, seguían angustiados al ver que el tercer grupo no llegaba. Así que
decidieron coger la carreta con el caballo y salir en su ayuda. Se llevaron a tres
marinos que eran los que también disparaban hondas, y le pidieron a la guardia
que los siguiera, pero estos iban de pie, así que luego de dos cuadras, los
perdieron de vista.
Mientras tanto…
María le entregó las llaves
al comprador, que se demoró un poco en llegar y los atrasó un tiempo
considerable.
Cuando comenzaron a correr
dieron dos cuadras y se encontraron de frente con la banda pirata conformada por
15 piratas, que le cerraron el paso.
Uno de los piratas liberado,
identificó a José Joaquín y se lo señaló al capitán Jean Pierre.
El capitán Jean Pierre, lo
miró y le dijo:
Jean Pierre: Al fin nos vemos
de frente… El capitán del barco al suplicar por su vida me dijo que tu fuiste
el de la idea de los barriles de mierda, junto con tu sobrino y tu mozo. Nadie
me había humillado así, así que dije que no iba a descansar hasta devolverte
ese favor. ¿Y cuál es tu nombre?
José Joaquín: Soy el nuevo
capitán del barco, José Joaquín Calderon, y Capitán de la armada de su majestad
el Rey de España. Solicito un Parley.
Jean Pierre: ¿Y qué propone… el capitán Calderon?
José Joaquín: Como veis
estamos en desventaja numérica y tenemos una dama entre nosotros. Dejad ir a la
dama y nosotros resolveremos nuestros asuntos. Creo que sería lo más honorable,
dado tu ventaja en número y mejor armamento.
Jean Pierre: Capitan…
Calderon… ya me has costado mucho tiempo… y la verdad no me importa ser
honorable, con alguien que llenó mi barco de mierda… pero la verdad necesito
reestablecer mi honor… y no lo disfrutaría mucho si os mato con un pistolazo…
así que tal un duelo de espadas antes de…
José Joaquín: Veo que queréis
pelea y humillarme… esta bien pero no tengo espada, pues solo cuento con este
garrote… por lo menos, para una pelea más o menos justa, dada tu juventud,
podrías ofrecerme una espada.
Jean Pierre: No tenemos mucho
tiempo, pero si lo considero justo… contramaestre láncele un sable.
María: José Joaquín… ¿qué vas
a hacer? No soportaría verte morir… no lo hagas.
José Joaquín: Mi reina… no hay
opción… no debí irme hace 15 años… perdóname por favor.
José Joaquín agarró el sable
del suelo, y el pirata se abalanzó sobre él. José Joaquín muy a pesar de sus
años, era un soldado de la marina de su majestad y había librado varias
batallas. Logró repeler la embestida del pirata con buena esgrima.
El pirata se veía sorprendido
por la habilidad de viejo que se defendía como podía de los ataques del francés,
y a pesar de los años, luchaba como gato boca arriba en contra de un atacante
pirata que estaba viendo difícil vencer al Capitán Calderón, quién hoy tenía
todas las razones para no morir.
En esos momentos llegó la
carreta tripulada por los honderos que embistieron a los piratas, y dispararon
piedras por doquier.
El Capitán pirata se apresuró
a dar una estocada a José Joaquín, pero este nuevamente lo rechazó, y María con
un garrote le dio al pirata un mazazo con todas sus fuerzas, que lo hizo caer
al suelo, mientras que José Joaquín, le dio una estocada en el torso.
Victoria, José Antonio,
Manolo y los otros miembros de la tripulación, bombardearon a los piratas con
piedras, poniendo a más de uno fuera de combate, pero los piratas se replegaron
y se reagruparon y comenzaron a disparar pistolazos sin mucha puntería.
El capitán pirata mal herido,
se levantó para volver a atacar a José Joaquín, pero José Antonio lo frenó con
un piedrazo en el pecho. José Joaquín llegó a donde su sobrino, subió a María a
la carreta, le quitó la honda a su sobrino, y le disparó una piedra a la cabeza
al pirata, que calló al piso todo ensangrentado.
Los otros piratas reagrupados
se alistaban para iniciar una carga en contra de José Joaquín y su grupo,
mientras que estos se preparaban con sus hondas y garrotes a repelerlos.
Cuando iniciaron la carga con
gritos ensordecedores… Se escucho un ¡Viva España¡ Era el pelotón de soldados
que había llegado a la pelea, y dispararon sus arcabuces en contra de los piratas
y luego acabaron con los que quedaron con sus bayonetas, entre ellos al Capitán
Jean Pierre que yacía agonizando en el suelo.
María: José Joaquín…
Condenado… casi me matas de un susto. Eso no me lo vuelvas a hacer en tu vida…
José Joaquín: Pero María… ¿Yo
qué hice ahora?
María: Te dije que no
soportaría perderte otra vez… Y juré no volver a decir eso… Condenado… por tu
culpa no puedo cumplir con mis promesas.
José Joaquín: ¡Válgame Dios¡ Yo
como que nací en Sodoma y Gomorra.
En ese momento Victoria se le
colgó en el cuello de un abrazo a José Joaquín y lloró.
José Joaquín: Madre mía... ¡Qué
duro es tener familia¡
Victoria: ¿Y ahora de que te
quejas refunfuñón? ¿No querías una hija?
José Joaquín: Y por eso en
estos momentos no me cambio por nadie. Bueno y tú José Antonio… qué susto me
has dado… pensé que no ibas a llegar… ¿te das cuenta de lo importante que es
aprender a utilizar una honda? Ahora sí… nos vamos todos a Cádiz… no acepto un
no como respuesta.
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