martes, 14 de abril de 2020

CAPITULO III: LA HERENCIA GITANA


LA HERENCIA GITANA.

 

María Lorena, la madre de José Antonio, cuando aún éste era muy pequeño, le solicitó a su esposo que contratara a una criada para que la ayudara en las labores de la casa y sobre todo con los niños. Antonio accedió y una noche trajo a una jovencita de 15 años, de piel bronceada para que ayudara a su mujer en las labores de la casa, llamada Carmiña. Lo que no sabían los esposos, es que esta mujer provenía de una familia gitana. Por esa época, el imperio había ordenado el exterminio de los gitanos, y la persecución de los grupos de gitanos era despiadada. Una anciana se la ofreció a Antonio en el mercado, y le dijo que trabajaría sólo por alojamiento y comida, y Antonio decidió hacerse cargo de ella para darle gusto a su esposa.

José Antonio tenía unos tres años de edad cuando la joven llegó a la casa, y pronto se convirtió en el niño más mimado de la joven, quién en secreto le cantaba para dormirlo, trovas gitanas. Al niño le encantaba, se reía, se tranquilizaba y se dormía. Con ternura la gitana lo consentía, con sus cantos, y a través de ellos le contaba historias. En las noches de tormenta en Cádiz, la mujer acallaba a los truenos con cánticos e historias a los niños. La gitana no quería que sus patronos supieran de su origen, por temor a ser expuesta a las autoridades, o a que ellos mismos la devolvieran a las calles, y por eso, frente a los padres, la mujer contaba historias, pero sus cantos si los hacía a espaldas de ellos.

 

De poco a poco le iba tomando mucho cariño a los niños, y ellos a ella. Una vez casi fue descubierta, pues José Antonio comenzó a cantar mientras jugaba con ritmo gitano, despertando la extrañeza de su padre Antonio, quién al oír el canto, dijo sorprendido: “Quién está cantando esa lisonja gitana” y cuando vio que era José Antonio, se llevó las manos a la cabeza y dijo: “¿Qué mal te he hecho chaval para que ahora me cantes como gitano?”

 

Antonio: María, María ….

 

María Lorena: ¿Qué pasa Antonio?

 

Antonio: Ese chaval nos va a meter en problemas con el Rey. ¿Por qué coño está cantando como gitano?

 

María Lorena: Pero Antonio ¿De qué hablas?

 

Antonio: Ah. ¿No me crees? A ver chaval canta otra vez.

 

José Antonio: Aaaaaa eeeeee iiiiii eeeee ……

 

María Lorena: ¡Válgame Dios¡ y lo hace hasta bien el condenado.

 

Antonio: Lo ves, nada más hace falta que baile y toque la pandereta, y en unos años nos leerá la mano y quién sabe que más triquiñuelas terminará haciendo. María ¡por Dios¡ ¿Cómo es que este niño ha salido tan descarrilado?

 

María Lorena: ¡Ya cállate Antonio¡ deja de decir tantas barbaridades, que herencia tiene, porque mi bisabuelo era gitano.

Antonio: Ah, ya con razón, ¿Y puedes decirme cómo este niño conoció a tu bisabuelo para que le enseñara a cantar así? Porque yo no lo pude conocer.

María Lorena: ¡Antonio que te calles¡ ¡Pero de verdad qué raro¡ ¿dónde habrá aprendido esa canción? Si ningún gitano frecuenta esta casa, y los gitanos que se ven, se encuentran en la calle y ya no se exhiben mucho por temor a las autoridades. No creo que José Antonio haya visto cantar a un gitano en la calle.

 

Antonio: ¡No se hable más¡ Corrige ya a ese muchacho, no lo quiero oír cantar más como gitano, ni a ninguno de mis hijos tampoco. Enséñale un pasodoble por lo menos.

 

María Lorena: ¡Antonio¡ ¿pero de donde voy a sacar yo para enseñarle un paso doble? ¡De verdad que estás como loco¡  A ver José Antonio, ¿quién te ha enseñado esa canción?

 

José Antonio miró a Carmiña, y dijo: ¡Pues me ha salido del corazón mamá¡

 

María Lorena: ¡Ah caramba¡ Qué respuesta más romantica José Antonio, pero mira hijo mío, que desafortunadamente no puedes cantar así, hay mucha gente que odia a los gitanos y te puede hacer daño, si te confunde con alguno. 

 

José Antonio: Mamá... ¡pero cómo hace uno para callar el corazón¡

 

María Lorena: Pero ándale hijo mío que estás muy romántico, ¡parece que estuvieras enamorao¡

 

José Antonio: Pues no sé qué estar enamorado mamá, creo que estoy pequeño todavía para ello, además... no conozco muchas mujeres... pero lo que no entiendo es ¿por qué no puedo cantar?

 

María Lorena: Claro que puedes cantar mi encantador hijo... solo que no puedes cantar como gitano, porque nos puedes meter en un problema a mí y a tu papá.

 

José Antonio: Por tí haré callar mi corazón, por mi papá ... no tanto. Además que es muy gracioso hacerlo enojar.

María Lorena: José Antonio no seas tan malo con tu papá.

José Antonio: Mamá pero es que mi papá es muy regañón.

María Lorena: Sí, es bastante gruñón, pero en el fondo tiene un corazón muy grande.

 

* * * * * * * * * *

 

En una ocasión Carmiña le contó la historia a José Antonio de un gitano que por las noches se subía por los tejados de las casas de Cádiz, a cantar, y que en una ocasión, escuchó que una mujer lo llamaba desde una ventana. El se acercó y saludó a la señorita con gallardía. La señorita le pidió que le cantara una canción, y el se la cantó. Al terminar ella sonrió y le dio gracias, tomó una flor y se la lanzó al gitano para agradecerle, luego cerró la ventana. El gitano tomó la flor, la olió y se la metió en el bolsillo. Al día siguiente volvió al mismo tejado, cantó una canción, y la señorita abrió nuevamente la ventana para escucharlo, y nuevamenten le agradeció lanzándole una flor nuevamente.

Al día siguiente, el gitano volvió a cantarle a la ventana, y le volvieron a lanzar una flor. Sin embargo, esa noche, cuando se iba para su casa, otra voz de mujer lo llamó desde otra ventana, también le pidió una canción, y también le cantó.

El gitano comenzó a cantarle a varias mujeres, que desde sus ventanas le pedían canciones, y el les cantaba, y a cambio recibía flores y pañuelos. Así conoció a muchas mujeres, que le sonreían cuando el le cantaba alguna canción, sin embargo, todas las noches, siempre comenzaba con la primera mujer que le había abierto la ventana, y luego iba en orden, cantandole a las demás, como si fuera un camino.

Un día, fue a cantarle a aquella mujer, a la que le cantó primero, pero esta vez ella no salió, así que cantó mucho más duro. Pero ella no salió. volvió a cantar más duro, y ella salió un poco enojada. ¡Gitano callad¡ que hoy está mi marido que ha regresado de su viaje...

El gitano que ya se había comenzado a enamorar de aquella mujer que dulcemente le sonreía y le arrojaba una flor cada vez que él le cantaba, sintió una gran tristeza al saber que la mujer estaba casada. Dejó cinco días de cantar en los tejados. Las mujeres extrañadas, muchas que ya se estaban enamorando de él, se entristecieron también, y se armó una gran conmoción. Las mujeres susurraban entre ellas, y preguntaban qué le había pasado al gitano, y comenzó a hacerse una leyenda de aquel gitano que enamoraba mujeres cantándoles desde el tejado, pero nadie sabía su nombre.

El gitano trabajaba en el campo para ganarse la vida. Trabajaba todo el día, y en la noche volvía a su habitación en la ciudad, y cansado del trabajo y luego de comer, tocaba su guitarra. Como la habitación en donde se hospedaba era tan pequeña se salía por los tejados a tocar, hasta que un día escuchó la voz de una mujer que le pedía que le cantara.

Luego de cinco días sin tocar, fue a una taberna a tomar un poco de ron. Se encontró que en una mesa varias personas hacían alusión a que un gitano estaba conquistando a las mujeres cantando desde los tejados. Que habían muchos hombres que ya no querían viajar en los barcos, por miedo a que el gitano le robara a sus mujeres. El gitano extrañado comenzó a preguntar qué era lo que estaba pasando. Un hombre medio borracho le contó, que había un gitano, que nadie sabía quién era, que estaba cantando en los tejados de las casas, y que aprovechando que en la ciudad habían muchos hombres viajando en la mar, comenzó a conquistar a sus mujeres, y que ahora que han vuelto, ya sus mujeres no los quieren.

El gitano se asustó mucho. El no se había imaginado que cantar pudiera ser algo malo. Nunca quiso causarle daño a nadie.

El hombre borracho le contó además, que un capitán de la armada estaba tan enojado, porque una de sus hijas, le dijo que estaba enamorada de aquel hombre, y que había llorado mucho, porque no había vuelto a cantarle. Que dicho capitán está dispuesto a arrestar a ese hombre que se ha burlado de su hija. El gitano pensaba en su cabeza, qué era esa locura. 

Cinco días más siguió el rebuelo por el gitano que no aparecía. Muchos hombres custodiaban a sus esposas e hijas, y en varias casas contrataron hombres para apresar al gitano. Luego de diez días más sin aparecer, la gente comenzó a dudar o pensaron que había muerto, o algún hombre lo había sorprendido cantando y lo había matado. El gitano había dejado de cantar por miedo, por todos los lados se hablaba de que iban a atrapar a aquel gitano, o lo iban a matar. Luego de una semana más, ya nadie hablaba del tema, y se dio un nuevo reclutamiento de hombres para servir en los barcos.  Así las cosas, comenzaron a irse nuevamente los hombres a viajar en los barcos, y nuevamente quedaron las mujeres solas en sus casas.

El gitano que había dejado de cantar por tanto tiempo, decidió salir una noche de luna llena a cantar. Pero decidió ir a visitar a aquella mujer casada que le había abierto por primera vez la ventana. Le cantó una canción, y ella abrió la ventana y lo miró con una gran sonrisa. Al terminar, le volvió a arrojar una flor, pero esta vez, el gitano le preguntó su nombre. Y ella le respondió: "Mi galán de la noche, no debo darte mi nombre, porque no puedo darte lo que no debo, mayores pesares podrías sufrir si le das un nombre a un tormento. No quiero saber tu nombre, ni tú deberías saber el mío... tu me cantas tus canciones y yo te arrojo mis flores, y así deben seguir las cosas, si complicarnos no queremos"

El gitano comprendió el mensaje, le hizo una venía a la mujer y le dijo: "Mi señora perdonadme... no quería infortunarla con mis canciones. Comprendo que su corazón ya tiene dueño, algo que de verdad desconcía. Solo he venido a despedirme, y ofrecerle mis disculpas por lo ocurrido en la última noche."

El gitano se fue, y no volvió a cantarle a la mujer. Desde esa noche le cantó a varias mujeres, cuando los hombres se iban de viaje, hasta que un día le pusieron una trampa y lo mataron. Así terminó la leyenda del gitano que cantaba en el tejado, que causó mucho rebuelo en Cádiz.

José Antonio: Pero Carmiña ¿Cómo así que le pusieron una trampa? ¿Qué le pasó?

Carmiña: José Antonio, ya es hora de dormir, luego te cuento qué fue lo que le pasó?

José Antonio: No Carmiña ¿Cómo me voy a dormir con esa duda tan grande?

Carmiña: Bueno José Antonio, pero tienes que dormirte luego de que acabe, ya es muy tarde.

Resulta que el gitano sabiendo que a las mujeres les gustaba que les cantara, pues siguió cantandoles. Lo cual no le hizo mucha gracia a muchos hombres, que se enteraron que nuevamente había un gitano en los tejados cantandole a sus mujeres. Así que varios, ya comenzaban a hacer guardía en sus casas. En una ocasión, el gitano le estaba cantando a una mujer, cuando de repente una hombre le gritó que lo iba a matar... el gitano salió corriendo, y escuchó como alguién le había disparado.  Ya tenía que ser más cuidadoso, nuevamente los esposos y los padres tenían los ojos bien abiertos y querían cazar al gitano. En otra ocasión, varios hombres lo persiguieron por varios tejados, pero como el gitano ya se conocía de memoria aquellos techos, pudo correr sin ser alcanzado, mientras que los hombres que lo perseguían se caían y aterrizaban mal heridos en los patios vecinos, donde se armó toda una algarabía, pues los confundían con ladrones y les lanzaban palos y piedras. La situación ya se estaba saliendo de control, pues en las noches se oía mucho ruido, disparos, persecuciones, gritos y peleas. A pesar de ello, el gitano seguía cantandole a las mujeres por gusto y por la emoción. Hasta que un día, fue a cantarle a una mujer, pero esta no sabía que su esposo se había puesto de acuerdo con unos amigos, para atrapar al gitano. Lo estaban esperando, y cuando apareció, esperaron que comenzara a cantar, y que la mujer abriera la ventana, en ese momento que estaba tan distraido, llegaron los hombres, agarraron al gitano enfrente de la mujer, y el esposo de la mujer lo mató.

José Antonio: Pero Carmiña y....

Carmiña: A domir José Antonio... ya no hay más que contar.

 

 

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