Hoy un pequeño homenaje al profesor Luis Felipe Velásquez Lyon, insigne profesor de derecho penal especial, que le encantaba enseñar.
Llegaba impecable a dar su clase, parecía más un médico, a veces llevaba corbata. Su presencia infundia respeto y admiración, hablaba con propiedad en su materia, con calma y con pausa, y la verdad si alguien llevará un sombrero o una gorra puesta en su presencia, de seguro le darían ganas de quitárselo y hacerle una venía por respeto a semejante señor.
Lo más admirable era su creatividad para crear sus casos para sus parciales, los nombres Bonifacio, Arcecio, Romualdo, Atanasio, Cenpronio y otros más, reencarnaban en sus historias macabras que ambientaban sus parciales. A sufrir se dijo... era la lubrica de sus exámenes, cuya resolución no era para nada una obra sencilla, por más estudio que uno hiciera. Era un enfrentamiento contra una mente brillante que ideaba una historia, con años de experiencia y estudio del derecho penal, de la criminología y de su práctica profesional.
Me acuerdo de uno de sus ejemplos de clase: Si un tipo agarra un revolver y le da cinco disparos en el ojo a otro, Pero no lo mata, Pero el hombre pierde el ojo, que hay? Lesiones personales o tentativa de homicidio?
Si se lo hubiese propuesto, el profesor Velásquez hubiese escrito un libro con sus parciales, que eran cada uno, una obra maestra, prediseñada como el diría con sevicia y alevosía.
Dar clases era su gran pasión y lo hizo hasta que su salud se lo permitió.
Gracias profesor Velásquez por su dedicación y sus enseñanzas, su partida nos llena de tristeza, pero deja un gran legado en todos nosostros, de un gran profesor y un excelente ser humano.
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